Parecería imposible, pero es muy fácil hablar con el chef Curtis Stone y olvidar que es tan famoso. Nacido en Melbourne, Australia, ha aparecido en televisión durante cientos de horas –incluyendo la serie Field Trip with Curtis Stone, nominada al premio James Beard y al Emmy–, ha publicado seis libros y lanzado su propia marca de productos de cocina. Está también al mando de tres restaurantes, dos de ellos en Los Ángeles: Gwen, un steakhouse, y The Pie Room, un espacio dedicado a los sabores dulces. El tercero es Woodend. Ubicado en Maroma, A Belmond Hotel, en la Riviera Maya, es el reflejo tangible del amor de Curtis por la cocina de fuego.
Más allá del casino: qué hacer en Las Vegas
Curtis asegura que fue su abuela quien lo contagió de esta pasión. “Vivía en una granja, y cocinar era una experiencia muy sencilla para ella,” recuerda el chef. “Sembraban sus propios vegetales, tenían sus animales ahí. Pero lo que más recuerdo es que siempre estaba encendido el fuego.” El nombre del pueblo: Woodend.

El romance de cortar la madera y encender el fuego siempre encantó al australiano. “Creo que como chef, todo lo que realmente tienes son tus herramientas, tus ingredientes y tus técnicas”, asegura. “Y con el fuego, realmente aportas sabor. Otras técnicas, como hervir o saltear, no agregan sabor, pero con el fuego tienes ese ahumado y quemado increíbles”.
Y por supuesto, está ese poder incomparable que tiene el fuego de generar calor en el sentido más poético. “El fuego siempre nos ha dado calor, seguridad y alimento. Creo que es bellísimo reunirse alrededor de las flamas”. Es natural, entonces, que Woodend se encuentre al centro del resort, invitando a compartir comida, tiempo, conversaciones y todo lo que sucede en la mesa.
Gaggan Anand: el revolucionario de la cocina india
Es precisamente esa la premisa del festival Fire & Friends, la excusa que nos trae hoy a platicar con él. El evento, ya tradicional en Maroma, es el escenario en el que Curtis y sus invitados confirman, con una serie de comidas, talleres y degustaciones, el poder que tiene la comida para conectar. En esta ocasión, fueron los chefs Guillermo González Beristain (Pangea, Monterrey) y Thalía Barrios (Levadura de Olla, Oaxaca) los elegidos, representando las tantas formas de expresar la cocina mexicana. “Soy fan de los dos. Quería invitar a chefs mexicanos que están en su máximo momento”.
Su admiración por la cocina mexicana se refleja en muchas formas, empezando por su aprecio por el producto local y su respeto por la tradición. “Cuando llegué a Maroma dije, ‘no hay manera de que yo haga cocinamexicana. Hay muchos chefs mexicanos que saben mucho más que yo’”, asegura. El camino a seguir era claro: hacer lo que mejor sabe hacer, usando el producto más extraordinario de la región. De la mano del chef Adolfo Murillo –con quien trabajó por años en Los Ángeles y hoy está al mando de la cocina de Woodend–, Curtis conoció a todo tipo de productores de la península de Yucatán, siempre con la curiosidad como guía.

La apertura y las ganas de aprender han sido las grandes constantes a lo largo de su carrera. “El otro día encontré un clip del primer programa de tele que hice, y estaba terrible. Me la pasaba viendo hacia abajo, hacia la comida; nunca veía a la cámara”, recuerda. “Pero creo que así es el viaje. Nunca eres bueno en lo que haces desde el principio”.
Claramente, las cosas han cambiado. Hoy, Curtis es una de las caras más reconocidas del medio gastronómico. Woodend está recomendado en la Guía Michelin y Gwen tiene una estrella. Las posibilidades parecen infinitas. Pero la realidad es que Curtis nunca quiso –ni quiere– ser un celebrity chef. “Lo que disfruto es enseñarle a la gente a cocinar”, asegura. Su mayor satisfacción es encontrarse a alguien en la calle que le diga que siguió una de sus recetas. “Es otra forma de conectar”.
Daniela Soto-Innes: Rubra, creatividad y técnica al ritmo del Pacífico
Eso no significa que las decisiones sean siempre fáciles. A lo largo de los años, Curtis ha recibido una infinidad de propuestas de negocios y proyectos, desde restaurantes hasta programas. “Claro que es tentador porque involucra mucho dinero”, comparte, “y he cometido errores. A veces veo hacia atrás y sé que hay cosas que no debí haber hecho”. Pero hoy tiene claro cómo le gusta trabajar. No le interesa tener 50 restaurantes con su nombre, sino conocer los nombres de todas las personas de su equipo y verlos crecer. ¿Y si hablamos de sueños? “Me encantaría abrir un restaurante en Australia”, comparte.
Pero eso tal vez vendrá después. Por lo pronto, aquí en el Caribe, con su esposa y su hijo esperándolo en la playa, las cosas se ven muy bien.

Sigue a la autora: @soycristina
Síguenos en: Facebook / Twitter / Instagram / TikTok / Pinterest / Youtube








