Una vez que inicia septiembre toda la atención la acapara el chile en nogada. Pero existen otros platillos golosos que también valen la pena, uno de ellos es el molote. Un antojito adjudicado como poblano cuyo relleno depende de la zona donde se prepare.
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Del náhuatl moloctic –que significa ovillo o piedra para moler–, el molote es un antojito hecho con masa de maíz similar a una quesadilla y que va relleno con papa, queso, rajas o tinga. Es un platillo hecho con maíz nixtamalizado, puré de papa y se fríe en manteca o aceite. Durante la época prehispánica se preparaba con flor de calabaza, chiles y hongos. En la actualidad es muy popular en los mercados y suele venderse en antojerías o en puestos callejeros a altas horas de la noche.
¿De dónde es?
Se puede decir que el molote comparte origen, ya que tradicionalmente se prepara en Puebla, Tlaxcala, Oaxaca, San Luis Potosí y Veracruz. Según el Diccionario Enciclopédico de la Gastronomía Mexicana, el factor que entra en juego es la forma y relleno. En Hidalgo, por ejemplo, es de forma cilíndrica, en Oaxaca se elabora con manteca de cerdo y se sirve sobre una hoja de lechuga con frijoles y hoja de aguacate. En Juchitán se hace con plátano, y en Puebla y Tlaxcala es alargado, aproximadamente de 12 centímetros de largo.
La fiesta del molote
Cada año se realiza la “Feria Regional del molote” en el municipio de Xicohtzinco en Tlaxcala durante noviembre. El molote es tan importante en esa zona que cada año se realizan degustaciones y actividades culturales con más de 80 productoras para atender a los más de 15,000 invitados que llegan.
En Cholula también se celebra al molote durante el mes de julio, y hasta ahora se ha logrado la asistencia de 20,000 personas y la preparación de 6,000 molotes, tanto de rellenos tradicionales (tinga, papa, requesón y queso) como algunos más innovadores (carne árabe, plátano macho, camarón y carne asada).
