Pocas ciudades en Canadá pueden presumir de tener un clima agradable todo el año, sin que eso signifique que haya que sacrificar las actividades típicas de cada temporada. Vancouver, ubicada en el suroeste del país, es ese enclave que puede disfrutarse en cualquier época del año. En invierno, desde finales de noviembre hasta principios de abril, sus montañas están entre las más codiciadas para la práctica del esquí a nivel mundial. No en vano, los Juegos Olímpicos de Invierno de 2010 se llevaron a cabo ahí. En cambio, los veranos son perfectos para recorrer la ciudad y sus parques a pie sin que el calor sea sofocante. Precisamente, esta es también la razón por la que esta urbe será una de las 16 sedes de la Copa Mundial de la FIFA 2026, en cuyo estadio BC Place Vancouver se disputarán cinco partidos de la zona de grupos, uno de los 32avos y otro de los octavos de final, entre junio y julio del próximo año.
Columbia Británica a través de sus sabores
La mejor forma de empezar a conocer este enclave costero de Canadá es recorrer los valiosos rincones del centro de la ciudad. Fundada a finales del siglo XIX, Vancouver no tiene una historia arquitectónica muy larga, y eso se puede apreciar claramente en la modernidad de su downtown, dominado por torres de cristal que se extienden por todas las calles y que bien pueden ser departamentos, oficinas u hoteles. Quedan, por supuesto, algunos vestigios modernistas de su fundación, como el vestíbulo de la estación de tren de Waterfront o el icónico y turístico reloj de vapor de Gastown, cuya permanente fumarola blanca da cuenta del gas que mueve incansablemente su mecanismo, siempre puntual. Sin embargo, los edificios son el común denominador del paisaje de esta ciudad, como un desfile de estructuras verticales que apuntan hacia la vanguardia, pero que de vez en vez dan espacio a construcciones particulares.
Tal es el caso del restaurante Glowbal (595 W Georgia St), que se atreve a romper los ángulos rectos que dominan el paisaje con un monumental domo curvado de cristal, atravesado por delgadas vigas de madera que parecen las cotillas de una ballena. El local cuenta con un amplio salón cerrado, en el que se puede degustar una cocina internacional de alto nivel, pero que está antecedido por una terraza en la que brilla su barra de cócteles, en el que se sirven desde cervezas, spritz y sangrías hasta tragos creativos y divertidos. Llama la atención, sobre todo, el Bubble Bath, preparado con tequila reposado, aguardiente de durazno, jarabe de maracuyá, jugo de limón y clara de huevo, presentado en una tina de burbujas con un patito de goma.
Refugio de magia y belleza natural en Whistler
Para continuar con el copeo por la noche, a unos pasos se puede llegar al bar Prophecy (801 W Georgia St), escondido en el sótano del hotel Rosewood Georgia. Al bajar por las estrechas escaleras de la entrada, se abre paso un amplio salón con mesas, sillones y butacas que apenas dejan espacio para estar de pie. Aun así, en una buena noche, el lugar se pone repleto de gente y de bullicio, con música house y techno de fondo que contrasta drásticamente con la tranquilidad y el silencio que reina en las calles de Vancouver a cualquier hora. Pero dentro del Prophecy —puesto 53 de los North America’s Best Bars—, que está tímidamente iluminado por candelabros de plumas blancas y pequeñas velas en las mesas, los cócteles no dejan de circular en sus dos barras. Todo bajo la mirada de los pósteres de iconos de la cultura pop que decoran las paredes del lugar, como Muhammad Ali, Pamela Anderson o Marilyn Monroe.
El desayuno o el almuerzo también se pueden hacer en el mismo centro de la ciudad. Una de las cafeterías en tendencia es el Café Medina (780 Richards St), que sirve abundantes platos con las proteínas como protagonistas: albóndigas con huevos poché, huevos estrellados sobre costillas de res con papas horneadas, una tabla de salchichas con aderezos y hasta su propia versión de paella, con huevos estrellados, aguacate y tomates cherry. Para la comida o la cena, en cambio, nada como visitar alguno de los restaurantes de la Main Street —dentro del barrio artístico de Mount Pleasant—, también conocida como la Michelin Mile, por albergar una decena de locales de la Guía Michelin, dos de ellos con estrellas. Pero, primero, se puede hacer una parada en Good Thief (3336 Main St), un bar vietnamita que sirve cócteles experimentales de inspiración internacional. En su carta, abundan ingredientes como mezcal, sake, whiskey, plátano, cacao o leche de arroz, entre muchos otros. Y, como acompañantes, se pueden ordenar raciones de ancas de rana, ostras o pulpo con trozos de jícama, piña y cilantro.
Con sabor a Las Vegas: los restaurantes imperdibles en la ciudad del pecado
Más tarde, se pueden recorrer los 250 metros que separan a este bar del restaurante Published On Main (3593 Main St), que tiene una estrella Michelin y está dirigido por el chef Gus Stieffenhofer-Brandson, que también ha estado a cargo de establecimientos como Noma, en Copenhague, Dinamarca. En este tramo de la calle principal de Mount Pleasant, se pueden apreciar sus edificios habitacionales de no más de tres pisos, con negocios de barrio en la planta baja que se entremezclan con espacios gastronómicos de alta cocina. Al entrar en Published On Main, está la opción de sentarse en alguna de sus dos barras a disfrutar de un cóctel y un snack de su carta; aunque, sin duda, el plato fuerte —valga la expresión— es sentarse en una mesa a degustar sus cenas de cocina internacional.
Para abrir el paladar, se puede ordenar una tabla de entradas que incluye bocadillos como galletas con caviar, æbleskiver —bolas de fruta capeadas, tradicionales de Dinamarca— o láminas de jamón marinadas en jarabe de maple. Luego, se puede ordenar un menú degustación o pedir platos a la carta. Con la segunda opción, los meseros recomiendan ordenar de dos a tres opciones por persona para una cena completa, ya que las raciones son de tamaño medio. Entre los más llamativos, destaca su burrata, que se presenta en forma de tarta sobre una mermelada de frutos rojos; unas láminas de pescado hiramasa, maceradas en ponzu de saúco y aceite de jalapeño; y un filete de salmón sobre hojas de levístico y salsa beurre blanc de saúco. Finalmente, en su carta de bebidas hay una selección de cócteles con o sin alcohol, también de influencia internacional.
Italia con alma: donde el arte se convierte en estancia
Esta influencia de las cocinas del mundo en las mesas de Vancouver no es inaudito para ningún habitante de la ciudad. Cuando se le pregunta a un local cuál es uno de sus platos típicos, no dudan en responder que el sushi es uno de ellos. Desde luego, esto no es una sorpresa, ya que la población de origen asiático está muy presente en la vida de la urbe. Tan es así que una de sus zonas más emblemáticas es el Chinatown o barrio chino. Allí habita The Keefer, uno de los mejores bares de la ciudad y número 28 de los North America’s 50 Best Bars, que lleva una década elaborando cócteles a partir de ingredientes asiáticos. Pero también es la casa de una de las últimas irrupciones en la escena: el bar Laowai (251 E Georgia St). Este speakeasy propone un viaje por China a través del baijiu, el destilado más conocido de aquel país que, de acuerdo con los viajes y las investigaciones de su fundador, Lewis Hart, es diferente según la región donde se produzca. Para ilustrarlo, en Laowai ponen ante los clientes un mantel con un mapa de China impreso, en el que aparecen las cinco ciudades o provincias de donde provienen los baijiu a degustar (Chengdu, Guizhou, Xi’an, Guangzhou y Beijing), cada uno con su respectivo aroma.
De vuelta al centro, se puede caminar unos tres kilómetros al oeste para visitar el mítico parque Stanley, donde todavía se conservan algunos tótems auténticos de los pueblos que habitaban originalmente esas tierras. Luego, unas calles al norte del downtown, se puede alcanzar la costa, donde se ubica el Canada Place. Desde la proa de esta edificación —que no es un barco, sino el complejo turístico que domina el paseo marítimo del centro de Vancouver y está construido a similitud de un crucero—, se tiene la mejor vista de las aguas del puerto de la ciudad, coronado en el horizonte por los montes Cypress y Grouse. A finales de abril, la temporada de esquí está terminando y queda poca nieve en sus cumbres, pero la vista no deja de ser imponente. Las aguas que entran desde el Atlántico hasta esta urbe de la Columbia Británica chispean bajo el brillante sol de primavera que, pese a su ubicación geográfica, no se esconde en este rincón de la Canadá anglosajona. A su alrededor, en todas aquellas zonas sin construcción se levantan bosques de cipreses perfectamente verdes para enmarcar la postal.
Bares mexicanos arrasan en el North Americas 50 Best Bars
En este punto del paseo marítimo también atracan los grandes cruceros Princess que visitan la ciudad, mientras que en la atracción turística Flyover, ubicada en el segundo piso del complejo, se pueden sobrevolar las ciudades y las reservas naturales de Canadá en un moderno simulador de gran realismo. No obstante, hay una forma más exclusiva de conocer esta región del país desde los aires, así como para transportarse a las islas y otros sitios icónicos en los alrededores de Vancouver. Se trata de los hidroaviones de la empresa Seair y de los helicópteros Helijet. Ambos ofrecen el servicio de transporte privado o recreativo, ideal para ahorrarse horas de navegación o conducción entre el accidentado territorio que rodea Vancouver. Estos servicios pueden llevar pasajeros tanto a residencias privadas como a lagos, puntos de pesca o campos de golf escondidos y de difícil acceso.
Síguenos en: Facebook / Twitter / Instagram / TikTok / Pinterest / Youtube
