PRIMERA PARADA: EL CAÑÓN DEL SUMIDERO
ADENTRARSE EN EL CAÑÓN del Sumidero y navegar por el río Grijalva es como estar en un escenario de Indiana Jones o vivir la nostalgia del hombre primitivo de espaldas a la civilización. Las paredes rocosas parecieran obras de arte moderno ya que la piedra calcárea, cual lienzo, lleva tonos rosas, negros y grises que se escurren de manera vertical. Para poderlo apreciar, la mejor forma es tomar un barco en el embarcadero principal de Chiapa de Corzo cuyo recorrido dura alrededor de dos horas.Hay que navegar los 32 kilómetros para llegar hasta la Presa Chicoasén y nunca dejar de contemplar hacia arriba el acantilado que en su punto más alto alcanza los 1000 metros. Literal, es un inmenso paisaje de la belleza, que por momentos se ve truncado por un descuido medioambiental. A pesar de eso, a lo largo de las laderas, se podrán ver cocodrilos, distintos tipos de aves y monos araña. También hay que ver las múltiples cascadas, entre ellas, hay una muy impacantante que parece un árbol de Navidad.
SEGUNDA PARADA: SAN CRISTÓBAL DE LAS CASAS
PERTENECE A LA COLECCIÓN de Pueblos Mágicos en México y es ideal para recorrerlo a pie para apreciar el sello colonial y sus calles coloridas. Este es uno de los pueblos más turísticos del estado de Chiapas, de dónde son famosos los oficios artesanales, sobre todo los textiles, así como también el café, los quesos y los embutidos que se producen en la región.El Hotel Bo, que en varias de las lenguas indígenas significa agua, es perfecto para tu estadía. Está diseñado con esmero y atención al detalle, logrando armonía con la naturaleza y transmitir un sentido de lugar. Lujo e identidad se conjugan en las cómodas habitaciones y en los espacios comunes donde el agua siempre está presente para hacerle homenaje a su nombre.Su restaurante Lum, que en Tzotzil significa tierra, es un destino en sí mismo. Hay que aplaudir el trabajo de la chef Daniela Mier que, al lado de Joaquín Iturralde, interpretan la región, México y el mundo para ofrecerle al comensal local y al extranjero una mezcla de sabores propios y globales. La búsqueda por el mejor producto respetando la estacionalidad de la tierra hace que su carta se adapte a la cocina del mercado. Sofisticación y al mismo tiempo sabor de hogar se conectan en varios platos de la carta. Destacan los tacos de lengua con adobo chiapaneco y el brioche de costilla de cerdo confitada, acompañado con mermelada de durazno, setas y macadamia. El aguachile de camarón tatemado resulta fresco y distinto, gracias a una combinación inédita de aguacate, manzana y tomate. En los desayunos no te pierdas los tamales con mole y chipilín.De los productos que debes buscar para llevar a casa no dejes pasar los quesos que se fabrican en la región de manera artesanal. Entre ellos, el de cuadro doble crema, cuya textura es cremosa y de sabor ácido, salado y muy fresco, como también el célebre bola de Ocosingo que contiene dos en uno: una bola de queso doble crema, forrada después de 21 días de maduración por una capa de queso descremado. Su interior se come untado o desmoronado, ideal para chilaquiles, enchiladas y otras preparaciones mexicanas. También hay una tradición de carnes frías conformada por salchichas, chorizos y distintos tipos de jamones. Todo lo podrás encontrar en quesos y embutidos San Cristóbal, esquina Primero de Marzo con 16 de Septiembre.Es bien sabido que los cafetales de Chiapas gozan de buena fama porque producen cafés especiales. Si quieres aprender de café o al menos probar de lo mejor que da la región, debes dirigirte a Cafeología de Jesús Salazar, quien es una de las personas que más conoce los procesos del café y su preparación en el país. En su tienda se puede disfrutar de un espresso o filtrado hecho a la medida donde pesan el café y el agua alcalina para guardar las proporciones exactas, conociendo al mismo tiempo la historia que hay detrás de cada grano. Visita la plaza de comidas San Agustín donde además de cafés, panaderías y restaurantes, encontrarás tiendas de artesanías y de textiles como el almacén Camino de los Altos.
TERCERA PARADA: SAN JUAN CHAMULA
LLEGAR A ESTE PUEBLO es como entrar en otro tiempo. Impactan las mujeres con sus faldas peludas y negras hechas cada una con cuatro borregos así como los hombres con sus chucq, es decir, chalecos blancos o negros hechos de la piel del animal. En la plaza central se encuentra la iglesia San Juan Bautista, mezcla de religión católica y rituales propios que dan paso a un sincretismo único.Al entrar se siente el calor de las miles de velas encendidas y el olor del pino seco que cubre el piso, al que le llaman juncia, que se traduce como fiesta. La gente de la comunidad va a la iglesia para pedir algo específico y hacen sus ofrendas arrodillados. Aquí no hay bancas, solo grupos de gente que enciendan velas de distintos colores (blanca para la paz, amarilla para la salud, verde para el trabajo, negra y roja para la maldad y la enfermedad) y que traen también puñados de huevos, gallinas vivas para ser sacrificadas y la ruda, todos al servicio de las limpias. Además, no falta el pox, un destilado de maíz y caña de azúcar, y la coca cola, cuyo gas produce eructos, los cuales se cree que sirven para limpiar el cuerpo y sacar lo dañino de adentro. Mujeres amantando, niños, ancianos y jóvenes, todos se unen en medio círculo e invocan sus plegarias dentro de este recinto donde reposan múltiples santos, quienes tienen colgados espejos que, según la creencia local, reflejan el alma de los fieles. Hay un misticismo particular en esta iglesia donde no se permiten las cámaras. Por esa razón, las imágenes de su interior son escasas. Se cree que la imagen roba un pedazo de alma de los feligreses.