Bitácora del paladar: érase una vez el viejo Manuelón

Esta es la historia del viejo Manuelón, un mezcalero oaxaqueño que, tras probar suerte en Estados Unidos, regresó a hacer mezcal a Oaxaca.

Por Beto Ballesteros

septiembre 21, 2022

Bitácora del paladar: érase una vez el viejo Manuelón

Foto: Foto: Unsplash

Toda historia que es leyenda comienza con la frase, “érase una vez”, sin embargo, cuando la historia continua y, al paso de los años, las anécdotas se manifiestan en brotes de emociones en voz de quien las conversa, es difícil identificar la historia real de la elaborada con las fantasías del corazón. Es por ello que les quiero compartir -bajo el riesgo de que hable el corazón- que en 1947 un hombre salió de Oaxaca, dejando las tierras soleadas donde el agave crece y la loma pelona es el paisaje recurrente. El viejo Manuelón, como en la familia se le conoce, inició el viaje hacia el sueño americano, dejando a su paso semillas de nostalgia y sabores de agave, que una mañana brotarían dando forma física y sabor, al sueño nacido bajo las estrellas de la Mixteca oaxaqueña.

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El viejo Manuelón buscó en otro lado lo que no tenía su tierra, y hablando con sus muchachos sobre el sueño que había tenido en su infancia, les convenció, después de muchos años, de regresar a Oaxaca para hacer un mezcal, donde invertiría todo lo acumulado durante su estadía en Estados Unidos. Él sabía que en su rancho había tierras, pero no había nada para comenzar y su meta primaria que era hacer mezcal, se tropezaba constantemente con los incrédulos, con el sol ardiente de la Mixteca y con las limitantes de un clima duro en una región de tramas inconclusas. 

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Foto: Flickr

Detrás de cada dólar entregado hay muchas historias y sueños de aquel migrante que tiene aspiraciones, es por ello que el viejo Manuelón hizo que los hijos regresaran a casa. Ellos no querían volver a comenzar y ahí fue donde la terquedad del padre los llevó para hacer el palenque, el mezcal y comenzar una nueva era en la casa antigua. 

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En las más de 100 hectáreas, con magueyes arroqueño, espadín, pulquero azul, papalometl y mexicano, se fueron puliendo con amor y tradición los mezcales que hoy en día conocemos. La terquedad, pasión y el sueño de Don Manuel González Burgoa fue tomando forma al paso de los años, llegando a crecer en el mercado nacional hasta ser la única empresa mezcalera de la Mixteca oaxaqueña que cuenta con certificado orgánico.

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Yadira Dueñas/ PxHere

El amor a la tierra, a las tradiciones y a su gente, es parte del legado del viejo Manuelón, quien en las manos y en la voz de sus hijos, vive al paso del tiempo, entregando mezcales de carácter, equilibrados y de sabores nobles y armoniosos que muchos disfrutamos en las tardes largas de un México que aprecia el sabor de un buen mezcal.

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Al paso de los años, el viejo se elevó al cielo. Hoy sus hijos continúan el legado bajo estrictas reglas de calidad y amor repartido en su tierra. Es por ello que cuando uno observa el cortometraje sobre el sueño del fundador, uno puede llegar a entender por qué El Sueño del viejo Manuelón es el complemento visual al mezcal bien logrado, bajo un ideal que se pudo materializar con la terquedad de un amante de la tradición de una tierra noble.

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Foto: Unsplash

Toda historia comienza con un sueño y cuando está bien lograda, nunca tiene un fin. Es por ello que en mi memoria pasan los temporales y ese olor del agave permanece intacto, siendo la historia de un viejo y el sabor embotellado el que ha de quedarse para siempre en el paladar.

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