Un restaurante de fine dining tiene varias características: máxima calidad de los ingredientes, servicio extraordinario y un ambiente cuidado hasta el más mínimo detalle. Este último punto en especial, puede llevarlos a ser demasiado serios, con muchos protocolos y formalidades. Y justo esto es lo que  el chef Alfredo González quiere evitar.

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Con experiencia en cocinas como las de Cosme en Nueva York, Aponiente en Cádiz y Quintonil en Ciudad de México, Alfredo creó este concepto para ofrecer platillos hechos para compartir y un gran servicio, pero sin etiquetas. Esta propuesta es su interpretación de lo que comía cuando era niño y de sus influencias a lo largo de su carrera. El menú es pequeño pero consistente, con bases mexicanas sin caer en tradicionalismos ni vanguardias. No hay un orden de entradas ni platos fuertes. Todo se debe mezclar para incorporar los sabores y si al final ladeas el plato para disfrutarlo al máximo, mejor.

Prueba el Black Mamba —kampachi, aguachile negro y aceite de chiles—, el tiradito de jícama —con callo de hacha, aguachile de harissa verde y jícama lactofermentada— y las Chilakas —con tocino, requesón y salsa de sésamo negro—. Los cocteles, a cargo de Nicanora Tomás, son una bocanada de aire fresco.

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Pide el Elegancia a Granel —con ron y sake— y el Mesa de Parota —con vodka, zanahoria y un toque de jerez—. Y de postres, el Tres leches es de cajón, pero la verdadera sorpresa es el Farzafran, una especie de granizado de sabores tropicales, con un juego de texturas que se quedará en tu memoria por siempre.

Dirección: Orizaba 76, Roma Norte, Cuauhtémoc, Ciudad de México.
Teléfono: 55 1313 8495
Sitio web: 1985antifinedining.com

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