A principios de la década de 2010, Maria Grazia Giampiccolo, entonces directora de la prisión de la Colonia Penal Agrícola de Gorgona, en la isla más septentrional del archipiélago toscano, envió un correo electrónico a más de 200 bodegas italianas que buscaban desarrollar un programa de elaboración de vino utilizando vides plantadas por el Departamento de Ciencias de la Universidad de Pisa Agricultura en 1999.
A esa llamado sólo respondió una persona: Lamberto Frescobaldi.
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“Estoy segura de que has oído hablar de la familia Frescobaldi, una familia aristocrática italiana que elabora vino desde hace 700 años. Es posible que produzcan algunos vinos de los que hayas oído hablar: Ornellaia, Masseto, todos vinos caros de muy alta gama”, dijo Wanda Mann, miembro de la junta directiva de la Society of Wine Educators y ex presidenta de Les Dames d’Escoffier New York en su seminario 2024 Food & Wine Classic sobre vinos de costa. “Siempre han tenido una pequeña bodega en Gorgona; es una especie de proyecto para mantener ocupados a los reclusos. Pero los vinos eran terribles y los viñedos estaban en mal estado. Entonces, el director llamó a algunas de las bodegas más grandes de Italia y dijo: “¿Pueden venir a ayudarnos?” Y Lamberto Frescobaldi fue el único que dijo que sí. Cuando le pregunté por qué había aceptado, dijo: “Fui allí”. El vino fue terrible. Los viñedos eran terribles. Pero vi algo en el espíritu humano. Existe la idea de que el vino puede ser parte de algo más grande: una parte de la rehabilitación de estos hombres”.
“Para muchos de estos hombres, es la primera vez que reciben un sueldo real. Cuando se van, tienen la opción de trabajar para cualquiera de las fincas de Frescobaldi. Se les paga mientras están en prisión y se les paga mientras trabajan para Frescobaldi; luego salen y extienden sus alas”, continuó Mann. “De hecho, los estudios han demostrado que este programa ha reducido la tasa de reincidencia en comparación con los reclusos que no participan. Así que ahora otros países están buscando hacer lo mismo’”.
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Hoy, más de una década después de que Frescobaldi desarrollara el programa de viticultura, la prisión de máxima seguridad elabora dos vinos muy limitados: Gorgona Bianco Costa Toscana IGT, elaborado con Vermentino y Ansonica, y Gorgona Rosso Costa Toscana IGT, elaborado con Vermentino Nero y Sangiovese. La isla, que se extiende por poco más de 200 hectáreas, produce sólo 9,000 botellas de cada cosecha, lo que la convierte en una verdadera rareza en el mundo del vino.
“En Gorgona está la ‘singularidad’ de esta isla y un proyecto que, a pesar de producir un número muy limitado de botellas, no deja de evocar emociones”, afirmó Lamberto Frescobaldi, presidente de Marchesi Frescobaldi, en una declaración proporcionada a Food & Wine. “Tenemos la oportunidad de experimentar esta tierra extraordinaria que lo transmite todo a través de sus aromas y sabores: el amor por la isla, el cuidado y pasión de la gente, la esperanza de una vida mejor, la influencia del mar y un entorno maravilloso. Estas poco más de dos hectáreas de viñedos dan vida a un vino inimitable y exclusivo, símbolo de esperanza y libertad que sigue ampliándose en todo el mundo. Estamos encantados de haber sido parte de este proyecto desde 2012”.
De hecho, el programa ha tenido tanto éxito que las autoridades italianas planean ampliar los viñedos de Gorgona en un 50%.
Actualmente, hay 62 reclusos trabajando en este proyecto especial y, a lo largo del programa, 25 han elegido trabajar para Frescobaldi después de cumplir su condena. La cifra más impresionante, sin embargo, es el hecho de que el 90% de los encarcelados que trabajaban en los viñedos nunca regresan a la penitenciaría. Y eso, en sí mismo, no tiene precio.
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