Cuenta una leyenda japonesa que la estrella Vega, la Princesa Tejedora, se encontraba tejiendo en la Vía Láctea cuando se dio cuenta que no tenía tiempo de enamorarse. Su papá, la Estrella del Norte, la unió con Kengyuu, una estrella del otro lado del río. Tan contenta estaba en su matrimonio que Vega ignoró sus tejidos, por lo que su papá la separó de su esposo, y solamente una noche al año –la séptima noche del séptimo mes–, un navegante une a la pareja durante el Festival de Tambata, durante el cual la gente ata sus deseos escritos en papel a los árboles.
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Es esta hermosa leyenda la que inspira Hoshi, el restaurante más nuevo de One&Only Palmilla. El legendario resort, que contaba ya con Agua, un restaurante de cocina mexicana, y SEARED, un steakhouse del chef Jean-Georges Vongerichten, le da la bienvenida a Hoshi como complemento ideal a la oferta culinaria, invitando a los huéspedes a sumergirse en una travesía que honra las tradiciones japonesas y pone bajo los reflectores el extraordinario producto del Mar de Cortés, como callo, atún y langosta, así como pescados y mariscos de otros mares.
La noche en Hoshi empieza con alguno de sus cócteles insignia, como el Sakura (gin infusionado con flores, shrub de moras, té de jazmín y yuzu), aunque también se puede probar algún coctel de baja graduación o un mocktail. A la hora de elegir el menú, hay tres versiones: el Tentei, con seis tiempos; el Kengyuu, con ocho; o el Orihine, también con ocho pero con más entradas. Y aunque con el omakase la única garantía son las sorpresas, hay ciertos elementos que siempre estarán presentes. “El Wagyu, la robata y la lubina chilena están disponibles en cada temporada, aunque innovamos con las preparaciones”, explica el chef ejecutivo Hiroki Arai. Para maridar, hay una excelente selección de sake, que incluye botellas raras y exclusivas, así como una carta de vinos que sigue el mismo principio.
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Por definición, la experiencia del omakase nos invita a ponernos en las manos del chef, y confiar plenamente en lo que nos preparará ese día. Y es ahí cuando sucede algo único, asegura el chef Arai. “Aunque muchos de los huéspedes hayan probado nigiris clásicos en el pasado, la magia sucede en el momento en el que el chef les presenta cada pieza, invitándoles a disfrutar inmediatamente. La maestría de Hoshi va más allá de la presentación visual: es toda una orquesta de sabores creados para sorprender y deleitar”, asegura. Pone como ejemplo la técnica de la robata, en la que se colocan las brochetas sobre una parrilla de carbón. “Creo que de eso se trata Hoshi: fusionar métodos innovadores con ingredientes excepcionales, y eso promete una experiencia inolvidable”.
El espacio, de elegante sencillez, es un perfecto reflejo de la filosofía que rige la experiencia en la barra. Cuando se trata de un omakase impecable, poco se necesitan los grandes adornos, pues la comida habla por sí misma. En la larga barra de omakase se pueden sentar 28 invitados por turno, permitiendo una interacción personalizada con los chefs. Y mientras el diseño minimalista nos remonta a los principios japoneses de Shibui, encontrando belleza en lo sutil, las vistas del Mar de Cortez confirman que estamos, innegablemente, en Los Cabos.
Haciendo su debut esta primavera, el restaurante se convierte en el tercer Hoshi en la familia One&Only, uniéndose a las ubicaciones de Malasia y Maldivas. Para el chef Arai, hay tres elementos que convierten a Palmilla en la sede ideal. “La primera es la ubicación. El entorno natural es incomparable y crea una sinergia muy armoniosa. La segunda es la disponibilidad de ingredientes locales, que nos permite agregar otra capa de excelencia a la oferta. Y la tercera es la ubicación dentro del resort. Hoshi le regala al huésped un entorno íntimo que se convierte muy memorable”.
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