Pedro Cieza de León desempeñó para la conquista del imperio inca un papel similar al de Bernal Díaz del Castillo en la gesta azteca como soldado-cronista, legándole a la posteridad su Crónica del Perú, redactada al calor de los acontecimientos (“muchas veces cuando los otros soldados descansaban, cansaba yo escribiendo”), donde describe diversas costumbres de los prehispánicos habitantes sudamericanos.
A diferencia de los aztecas, los incas disponían de ganado doméstico y silvestre para su alimentación y vestimenta, entre las que destacaban llamas y las emparentadas vicuñas y guanacos, multiplicadas gracias a la abundancia de pastizales y la prohibición de comerse las hembras, bajo severas penas a los infractores.
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Uno de los apartados de la obra del cronista español aborda las cacerías organizadas como pasatiempo por la realeza inca, para la que instalaban fastuosos campamentos, mientras “cincuenta o sesenta mil personas, o cien mil si mandado les era”, procedían a expulsar a las presas de las agrestes alturas andinas por medio de gritos para conducirlas hasta terreno llano; allí, los batidores terminaban de rodearlas asidos por las manos, antes de sujetarlas por sus extremidades para ultimarlas con bastones y porras. “Y si el rey quiere matar alguna caza sin entrar en la rueda questá hecha lo hace como a él le place.”
Aquellas cacerías solían prolongarse por varios días y cobrar hasta 30 mil animales; los inspectores reales supervisaban el traslado de la lana reunida de las piezas logradas “a los depósitos o a los templos del sol, para que las mamaconas entendieses en hacer ropas finísimas para los reyes, que lo eran tanto que parescían de sargas de seda, y con colores tan perfectos cuanto se puede afirmar. La carne de esto que sacaban, della comían los que estaban allí con el rey y della se secaba al sol, para tener puesta en los depósitos para proveimento de la gente de guerra; y todo este ganado se entiende que era de lo montesino y no ninguno doméstico”, consigna Cieza de León, al tiempo de agregar que dichas partidas solían incluir venados, chinchillas, zorras y hasta osos y pumas entre los frutos de la captura.
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Autor cuasi inédito en vida
El cronista español sólo alcanzaría a ver publicada la primera parte de monumental obra en 1553, un año antes de su muerte ya de regreso a su tierra natal, completándose paulatinamente durante los siguientes cuatro siglos; entre las fuentes consultadas por el erudito William H. Prescott para su Historia de la Conquista del Perú, se encontraba una copia del manuscrito del resguardado en monasterio de El Escorial.
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Fauna desconocida
La edición original de Crónica del Perú ofrece la reproducción de un grabado en madera con la que probablemente sea la primera representación gráfica de los camélidos americanos difundida en Europa.
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Camellos americanos
Cieza de León (1520-1554) describe a la fauna emblemática andina como “algunos mayores que pequeños asnillos, largos de pescuezos como camellos, procuran la salida echando por la boca la roña que tienen en los rostros de los hombres y con hender por donde pueden con grandes saltos”, todo ello en medio de un estruendo “ques cosa despanto”. (Agua la boca)
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