Los vinos de la familia Malleolus de Bodegas Emilio Moro cargan con un legado que se remonta 100 años atrás. Su historia está compuesta de pasión y entrega hacia la uva y el terruño; son la expresión de un anhelo que tiene como filosofía la calidad, la honradez y la grandeza, valores que se respiran en las vinícolas de Ribera del Duero y se expresan con toda su fuerza en la emblemática variedad Tempranillo.
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El corazón de estos vinos está en el clon Tinta Fina, que se dio gracias a majuelos –como llaman a los viñedos en la región donde surgieron estos caldos– que tienen hasta un siglo de antigüedad y que por sus características brindan una calidad excepcional. La combinación de esas tierras, lo mismo arcillosas que secas, con un clima extremo y una altitud considerable (hasta 950 metros), y que varía de majuelo a majuelo, da como resultado expresiones únicas pese a que se trata de la misma uva. A esto se agrega un añejamiento en barricas de roble francés durante 16 meses en promedio.
Malleolus 2020 es el ejemplar base de esta línea histórica. Este vino se distingue por su pureza en el sentido más estricto de la palabra. Al llevar la nariz a la copa aparecen notas de frutos rojos que sobresalen por la madurez y la frescura con que se expresan. Tiene un sabor voluminoso y perdurable. Los rasgos especiados y la acidez se estructuran de una manera vigorosa pero amable, con una franqueza que invita a probarlo en repetidas ocasiones.
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Malleolus de Valderramiro 2019 es un ejemplar parcelario que tiene como base el majuelo más longevo de la bodega: nada menos que 100 años. Su cuerpo supera al del vino base debido a que se desarrolla en suelos arcillosos, lo cual le da mayor complejidad y una capa que a la vista resulta mucho más intensa, sin atentar contra los destellos de cereza característicos de la familia. En nariz revela una exquisita compota de fruta negra que llega de golpe sin perder seriedad. Cuenta con una doble fermentación en barrica de roble francés que se prolonga durante 18 meses, de ahí su complejidad superlativa. En boca es salvaje, con una autoridad inapelable y taninos perfectos. Su estructura llega a ser tan envolvente que continúa sorprendiendo luego de haberlo bebido.
Malleolus de Sanchomartín es el preferido de Javier Moro. Este caldo se da en un suelo de cal que se distingue por aportar una frescura superior, tanto así que en nariz hace pensar en elementos como el eucalipto. En boca es la elegancia personificada. Ideal para cerrar una comida y pasar una excelente sobremesa. Se trata de un sabor cambiante que no deja de evolucionar. Su fondo mineral nutre la frescura de las frutas con una amabilidad aterciopelada digna de los mejores momentos.
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La nueva imagen de las etiquetas tiene como fin conservar la esencia de la bodega, pero dándole un toque minimalista que apunta hacia el porvenir. Las ilustraciones y las fotos de los medallones hacen énfasis en las diferencias de los suelos en que se da cada Malleolus y esto juega muy bien con los colores elegidos a nivel conceptual.
No queda sino tender una honesta invitación para probar cualquiera de estos magníficos tintos.
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