Hay cuatro cosas que nunca faltan en un restaurante en Singapur: cuartos privados, fruta a todas horas, muchas plantas como decoración y una Lazy Susan. Makan no es la excepción a la regla. Este jardín casi secreto, que cuenta con apenas dos meses de nacimiento, es un homenaje a los platillos que preparan en las islas que conforman dicho país. Mario Malvaez, un mexicano que vivió por allá un tiempo y Maryann Yong, una singapurense viviendo en México, son pareja y los autores de esta oferta fresca y desenfadada que hay que tener bajo el radar. Los cocineros, exalumnos de la escuela de Eduardo García, son una mancuerna que demuestra el dominio de técnicas e ingredientes frescos en un menú que cambia constantemente. Para abrir apetito están los encurtidos o achar, con la dosis exacta de dulzura, acidez y picor: verduras de temporada, sambal (salsa picante), ajonjolí y cacahuate. Según Maryann, los locales de su nación se curan la cruda con las lechugas braseadas. Ella las prepara con chips de ajo, soya, puré de ajo y leche de soya. Pero en México, pensando en los caldos reconfortantes como la birria o el consomé con barbacoa, está el Laksa. Una sopa spicy de fideos de arroz que preparan en la mañana, con curry de coco y camarón, germen de soya, tofu, huevo y estragón. La montaña rusa caldosa, naranja y picante provoca soplar hacia adentro, hacer una pequeña pausa, sonarse y seguir hasta no dejar huella. 

El chicken rice es un plato inspirado en el pollo que comen los locales en puestos callejeros a altas horas de la noche. Mario y Maryann consiguieron un proveedor de pollo orgánico en Monterrey. Lo pochan con arroz jazmín y sirven con salsas para dipear. Para cerrar –porque siempre hay lugar para el postre– están las mini paletas de mango con leche evaporada. Un tamaño que no aturde ni empalaga.