República Dominicana es la joya del Caribe que está enamorando a los turistas a través del paladar
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Estar sentado frente a un mar verde esmeralda, con los pies hundidos en la arena blanca, respirando la brisa marina que mantiene el cálido clima en la perfecta temperatura y con un vaso helado de Barceló o Brugal en la mano, es una postal que vende más de 11 millones de tiquetes al año. 

República Dominicana se ha convertido en una parada obligada de los viajeros que pasan por el Caribe.

Aunque la carta de presentación de la isla son sus paradisíacas playas, la hospitalidad de su gente y el clima tropical, lo cierto es que es la riqueza y autenticidad de su cocina, junto con su vibrante oferta coctelera es lo que termina enamorando a sus visitantes. 

El sueño caribeño en el paladar 

La isla está recubierta por un manto verde vivo, un terreno fértil que germina sabores de todos los colores: piñas, aguacates, cacao, arroz, tabaco, sandías, lechosa o papaya, guayabas, mangos, maracuyá o como le dicen los locales “chinola”, y por supuesto el rey de la gastronomía dominicana: el plátano. 



“El país surte al Caribe con vegetales y frutas”, destacó el chef mexicano Carlos Quijano Pérez, quien lleva once años viviendo en la isla y estará al frente de la cocina del Hyatt Secrets Royal Beach, en la próxima apertura en Playa Esmeralda.

En las calles del centro de Santo Domingo, el día comienza con mangú: un majado de plátano verde servido con queso frito, salami dominicano y huevos. Si se acompaña con un vaso helado de jugo de chinola, mucho mejor.

Desayuno típico dominicano. Foto: Marriott

A la hora del almuerzo, el plátano continúa marcando el compás del sabor. En forma de tostón, se convierte en el acompañante ideal de un chillo frito -el pescado blanco insignia del país-, un chivo guisado, un bistec encebollado o incluso de “la bandera”, el plato nacional: arroz, fríjoles y carne guisada (de res o pollo), siempre junto a una ensalada fresca que equilibra el conjunto.

El plátano también protagoniza uno de los platos más debatidos del Caribe: el mofongo. Aunque su autoría se disputa entre boricuas y dominicanos, sus raíces son más antiguas y profundas: desciende del fufú africano, una preparación de tubérculos cocidos y machacados que llegó al Caribe con los esclavos africanos y evolucionó con los ingredientes locales.

La gastronomía dominicana es el sueño caribeño hecho bocado. Una mezcla viva de historia, sabor y frescura tropical, donde cada fruta jugosa, cada guiso humeante y cada plato cuenta una historia de identidad, resistencia y placer. Comer acá no es cuestión de saciar el hambre, es celebrar la tierra, el clima, y la calidez de su gente.

Un rincón enorme de la gastronomía mundial 

Aunque República Dominicana no figura entre los 100 países más grandes del mundo, bien podría competir entre los que ostentan una de las ofertas gastronómicas internacionales más amplias.

Con un número de turistas anuales casi tan grande como su población (un poco más de 11 millones), la isla ha convertido su industria hospitalaria en una maquinaria afinada al gusto global.

Desde pequeños hostales hasta los grandes colosos de la hotelería de lujo, cada rincón ha sido diseñado para seducir a viajeros de todos los continentes a través del paladar. La diversidad culinaria es tan amplia como sorprendente: cocina francesa, italiana, mediterránea, mexicana, asiática, latina, española… todas encuentran aquí un escenario vibrante donde desplegar sus sabores.

En un mismo resort, es posible comenzar la noche con un carpaccio de res al estilo tradicional italiano, continuar con un asado argentino en su punto exacto y cerrar con un tiramisú tan fiel a la receta original que podría servirse en cualquier trattoria de Roma.

La fórmula del “todo incluido de lujo” ha evolucionado hacia una experiencia gastronómica de alto nivel, donde no es raro encontrar complejos con entre 4 y 10 restaurantes distintos, cada uno con una propuesta cuidada, ingredientes frescos y técnicas refinadas.

Aquí, el viajero no solo descubre el Caribe: viaja por el mundo sin salir de la isla.

El Caribe embotellado 

Es difícil que un turista abandone República Dominicana sin una botella de ron en su equipaje. Pocas cosas encapsulan tanto la vibra caribeña como esta bebida espirituosa, que destila siglos de historia, tradición y maestría en cada gota.

Foto: TripAdvisor

El proceso inicia en los fértiles campos de caña de azúcar, donde el clima tropical y los suelos isleños proporcionan las condiciones ideales para su cultivo. Tradicionalmente, el ron dominicano se fabrica a partir de la melaza que resulta del refinamiento de la caña, allí se escoge el mejor producto para fabricar una bebida de calidad exportadora, el licor de la isla llega a más de 70 países del mundo. 

La melaza se combina con levaduras seleccionadas y después de un proceso de fermentación y destilación queda como resultado un líquido claro, hasta ese momento el proceso de fabricación podría ser similar al de otras partes del mundo, pero los expertos aseguran que la magia está en el añejado. 

La bebida espirituosa añeja en barricas de roble americano o francés, allí obtiene su color cobrizo y sus notas acarameladas y de vainilla que lo hacen tan apetecido. En 2021, la República Dominicana obtuvo la Denominación de Origen, garantizando que cada botella etiquetada como “Ron Dominicano” cumple con estrictos estándares de calidad y autenticidad. 

Bien sea por sus playas, su comida o su gente, este es un destino que vale la pena visitar para vacacionar, en familia, pareja o en plan de solteros, acá hay una oferta especialmente diseñada para cada turista. 

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