Mandarin Oriental New York: lujo asiático frente a Central Park

En la ciudad de los mosaicos de sueños y realidades, donde los ríos se abrazan con el acero y la luz se erige el lujo asiático que sostiene la estructura de Mandarin Oriental, New York, suspendido en la ciudad de los rascacielos, a más de 85 metros de altura, en la torre norte del Deutsche Bank Center. Frente al emblemático Central Park, en el corazón de Columbus Circle —punto cero desde donde Nueva York mide sus millas—. Este edificio de la firma hongkonesa de lujo redefine la elegancia con su inconfundible acento oriental.

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Desde sus ventanas, el alma de Manhattan se transforma al ritmo de las estaciones: cerezos en flor perfuman la primavera, el verde estalla en verano, los tonos de cobre arropan el otoño y el invierno se viste de luces y nieve. A sus pies, la ciudad vibra al compás del jazz, de Broadway y de los sueños que nunca duermen.

Su arquitectura, desplegada en imponentes ventanales, destaca postales que roban el aliento: el horizonte de Manhattan, el serpenteo del Hudson y la serenidad escondida en el parque más famoso del mundo. Cada detalle es una obra maestra: desde el abanico diseñado por Vivienne Tam, hasta las esculturas de vidrio de Dale Chihuly, que capturan la luz como si fueran fragmentos de un amanecer eterno.

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Galardonado con cinco diamantes por la AAA, alberga 202 habitaciones y 46 suites donde el lujo es tangible en cada espacio. En su restaurante, los sabores del Lejano Oriente se entrelazan con ingredientes locales en una sinfonía de texturas y la expertise de los chefs residentes colaborando con figuras culinarias de otros puntos del globo.

En otoño de 2025, Mandarin Oriental, New York, reabrió su legendario speakeasy, esta vez bajo el nombre The Bar, que enlaza coctelería diseñada a partir de los mejores espíritus del mundo y la custodia desde las alturas de la ciudad que nunca duerme, convirtiéndose en su refugio más exquisito.

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Inspirado en la Ruta de la Seda, este renovado santuario sobre Manhattan rinde homenaje al arte del viaje y al intercambio cultural. Cada cóctel se vierte como una historia líquida: desde el Imperial Jasmine de Pekín, hasta el Manhattan Spice, un tributo a la ciudad que nunca duerme. Entre su atmósfera de luces tenues, cuero y libros antiguos, The Bar invita a los sentidos a dar una vuelta por el mundo sin abandonar el horizonte de Central Park.