Al final de un camino que serpentea junto a las aguas profundas del Lago Wakatipu —donde las montañas se inclinan para tocar el cielo y el viento canta con voz antigua— se halla Glenorchy, un rincón que parece extraído de un sueño. Este pueblo diminuto, perdido en el corazón indómito de la Isla Sur de Nueva Zelanda, guarda un secreto que no puede explicarse, sólo vivirse.
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Con menos de 400 almas y un alma inmensa, Glenorchy es una experiencia interior. A tan sólo 45 kilómetros de Queenstown, la prisa se desvanece apenas se llega. Aquí, el aire se siente más limpio, el tiempo se desliza con parsimonia y el paisaje se convierte en un espejo del alma: el lago reflejando cielos infinitos, los picos nevados murmurando leyendas en silencio.

Es la antesala de lo salvaje, el umbral de un mundo primordial. Desde sus márgenes parten rutas legendarias como la Routeburn Track; se abren valles glaciares donde los caballos aún trotan libres; se deslizan kayaks sobre aguas cristalinas que no conocen el ruido; y se elevan vuelos hacia los fiordos que parecen esculpidos por los dioses.
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Pero Glenorchy no conquista con postales. Lo que permanece en la memoria no son sólo sus paisajes, sino su atmósfera. Hay algo en el crujir de los álamos, en la lluvia que huele a pino, en las miradas cómplices de una comunidad que vive en armonía con la tierra. Muchos vienen por un fin de semana. Algunos, simplemente, ya no se van.

Y como si el lugar necesitara aún otro susurro de perfección, a pocos minutos del corazón del pueblo, oculto entre bosques nativos y con vistas al lago que quitan el aliento, se encuentra Blanket Bay, un refugio de lujo donde la sofisticación no interrumpe, sino que conversa suavemente con la naturaleza.
No es una promesa. Es un llamado.
Uno que se siente más que se escucha.
Y que siempre, siempre, invita a volver.”
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Ubicado a orillas del lago Wakatipu, en la majestuosa región de Glenorchy, Nueva Zelanda, Blanket Bay es un exclusivo lodge que forma parte de la prestigiosa asociación Relais & Châteaux, lo que garantiza una experiencia de hospitalidad excepcional, profundamente arraigada en la autenticidad del lugar. Este refugio de lujo combina el esplendor natural de los Alpes del Sur con un servicio impecable, gastronomía de clase mundial y una arquitectura que celebra la calidez de la madera y la piedra local. Ser parte de Relais & Châteaux refuerza su compromiso con la excelencia, el arte de vivir y el respeto por la cultura y la naturaleza que lo rodean.

Este lodge, considerado entre los mejores del mundo, construido con piedra, madera noble y ventanales que enmarcan la inmensidad como si fuesen obras de arte vivas, Blanket Bay ofrece descanso con la certeza de un abrazo cálido. Aquí, cada rincón —desde las suites privadas hasta los chalets con chimenea— respira elegancia rústica, serenidad y un respeto profundo por el entorno.
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Las experiencias que ofrece son encuentros con lo extraordinario. Sobrevolar Milford Sound en helicóptero, lanzar una línea de pesca en ríos que corren puros como el primer día, cabalgar por senderos ancestrales o dejarse llevar por una cena que celebra la tierra y el mar de Aotearoa. Y cuando el cuerpo pide pausa, hay masajes con esencias naturales, retiros de yoga entre montañas y vino que sabe a historia y volcán.

Pero si hay algo que distingue a Blanket Bay, es su alma. Todo ha sido concebido con un profundo respeto por la tierra maorí que lo sostiene. No hay turismo sin conciencia, ni lujo sin ética. Su equipo local, sus prácticas sostenibles, su cuidado por las comunidades vecinas, hablan de un lugar que acoge y protege.
En una época que corre demasiado rápido, Glenorchy y Blanket Bay nos devuelven a lo esencial, con una dulzura antigua. Aquí se redescubre el valor del silencio, la verdad de lo simple, el gozo de lo real.
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Visitar Glenorchy es tocar la orilla de lo sagrado. Hospedarse en Blanket Bay es entregarse al susurro de la naturaleza en su forma más pura. Y en ese instante suspendido —cuando uno se sienta junto al lago, sin pensar en nada más que el vaivén del agua— es posible recordar lo que en algún momento olvidamos: que la belleza no sólo existe, sino que a veces está a un suspiro de distancia.

Blanket Bay
4191 Glenorchy-Queenstown Road, Glenorchy 9372, Nueva Zelanda.
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