Nogal Nogal, CDMX

La zona de confort no es un lugar que Rebeca y Javier hayan frecuentado mucho el último año y medio. Javier es un cocinero con más de 12 años de experiencia en restaurantes de San Luis Potosí y San Miguel de Allende. Y por el otro, la carrera de Rebeca estaba dirigida hacia la arquitectura de interiores. Pero cuando llegó la pandemia, el restaurante donde trabajaba Javier cerró, Rebeca dejó sus prácticas profesionales y decidieron unir fuerzas.

“Cuando tenía 19 años, yo vendía pays de nuez con mis amigas para pagar un viaje a la playa”, recuerda Rebeca, “eso se terminó al lograr la meta, pero cuando empieza la pandemia le propuse a Javier volver a hacerlo. Le dije, ‘yo sé que después de ser chef, hacer pays no es algo que te emocione, pero es momento de ser humildes’ y pues empezamos”.

Regresaron a San Luis para pedir prestada la batidora y demás utensilios a sus papás, y fue ahí, en el rancho de la familia de Javier, donde escogieron el nombre de su proyecto. “Tienen muchísimos nogales y nos donaron kilos y kilos de nuez. Todo hizo sentido”.

Y aunque ese postre ya es un emblema de su menú, Nogal Nogal ha evolucionado para ofrecer más sabores que transmitan sus personalidades. Su residencia en el winebar Vigneron les ha dado la oportunidad de crecer, experimentar y presentar platillos, como la pizza y el pollo Karaage, que son un apapacho al paladar.

La unión de sus pasiones, estar abiertos a los cambios y el tener paciencia hacia cada momento y proceso, son los elementos de la fórmula que Rebeca y Javier han usado para enfrentar los retos que la pandemia ha traído y de emprender. “Somos un proyecto que nace por la necesidad de sobrevivir. Nunca pensamos en hacerlo por ganar dinero o por ser alguien. Necesitábamos pagar la renta y tener un lugar donde estar tranquilos, los dos, y sabiendo que estábamos bien”, afirma Javier.

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