
Cada enero llega con la misma promesa colectiva: comer mejor, beber mejor y, esta vez sí, cumplirlo. Para los foodies y amantes del vino, los propósitos de Año Nuevo no se miden en calorías ni en restricciones imposibles, sino en experiencias, descubrimientos y pequeños placeres que hacen la vida —y la mesa— mucho más interesante.
De burbujas a destilados: 10 recomendaciones para brindar esta temporada
Porque no se trata de dejar de disfrutar, sino de hacerlo con más curiosidad, conciencia y, por qué no, un poco más de estilo, aquí van 12 propósitos pensados para quienes creen que un buen plato o una gran copa también cuentan como crecimiento personal.
- Probar un ingrediente nuevo cada mes. Ese que siempre ves en el mercado pero nunca compras. Este es el año para cocinar con él (o al menos intentarlo).
- Leer la carta de vinos con calma (y sin miedo). Hacer preguntas no es signo de ignorancia, sino de inteligencia líquida.
- Apoyar más a productores locales. Desde quesos artesanales hasta vinos de pequeñas bodegas: consumir bien también es consumir cerca.
- Cocinar una receta que normalmente pedirías a domicilio. Sí, aunque implique ensuciar más de una olla. La satisfacción lo compensa.
- Beber menos, pero mejor. Menos copas automáticas y más momentos realmente memorables.
- Salir de la zona de confort gastronómica. Ese restaurante que nunca visitas porque “no es lo tuyo” podría sorprenderte.
- Maridar sin reglas estrictas. El mejor maridaje sigue siendo el que te hace feliz (aunque no esté en los libros).
- Volver al ritual de la mesa. Apagar el celular, sentarse sin prisa y disfrutar cada bocado como se merece.
- Tomar nota de lo que comes y bebes (al menos mentalmente). No para juzgar, sino para recordar qué te emocionó de verdad.
- Aprender algo nuevo sobre vino… sin complicarlo. Una uva, una región o una copa distinta pueden cambiar por completo la experiencia.
- Compartir más comidas especiales. Porque la buena comida sabe mejor cuando se comparte —y el vino también.
- Disfrutar sin culpa. Porque comer y beber bien no es un exceso: es una forma de celebrar estar aquí.
Tal vez no todos estos propósitos se cumplan al pie de la letra —la vida pasa, las reservas se olvidan y a veces el antojo manda—, pero la idea es clara: hacer de la comida y el vino una fuente constante de placer, curiosidad y conexión.
Que este año esté lleno de mesas largas, copas bien servidas y platos que se queden en la memoria. Al final, si estos son los propósitos que se rompen, que sea porque apareció algo todavía más delicioso en el camino.
¡Feliz 2026!

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