Tokio se revela primero, en destellos: una esquina iluminada por neones, el sonido del tren que se aleja, el silencio repentino de un jardín. Después, en sus contrastes —templos centenarios junto a torres de vidrio, rituales milenarios conviviendo con la precisión del futuro. Y en medio de ese vértigo de belleza, hay un refugio que parece flotar sobre la ciudad: Shangri-La Tokyo.
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Es un santuario suspendido entre el cielo y la tierra, donde la sofisticación del oriente moderno se une a la calidez de la hospitalidad asiática más pura. Quien llega hasta aquí, al borde de las nubes, descubre que el verdadero lujo está en mirar la ciudad desde arriba y en sentirla con calma.

Shangri-La Tokyo ocupa los pisos superiores de la torre Marunouchi, junto a la estación de Tokyo. Desde el vestíbulo, una ola de luz dorada y mármol acaricia el aire. Grandes ventanales enmarcan una de las vistas más espectaculares de la capital: el Palacio Imperial, la bahía y, en los días claros, la silueta perfecta del Monte Fuji, como un haiku escrito sobre el horizonte.
Susurros de bambú y templos dorados
El diseño interior, firmado por André Fu, combina una estética moderna con la elegancia oriental más sutil. Los espacios son amplios, suaves, casi musicales: seda, cristal, madera de nogal, tonos champagne y un aire que huele a calma. La atmósfera no impone: seduce.

Todo parece pensado para que el huésped sienta una bienvenida íntima, personal. Desde la sonrisa de quien ofrece té al llegar, hasta el silencio absoluto de los pasillos, donde el ruido de la ciudad desaparece por completo”.- Deby Beard
Las habitaciones de Shangri-La Tokyo son un refugio suspendido. La ciudad queda abajo, vibrante y eléctrica, mientras aquí arriba reina la quietud. Los ventanales de suelo a techo dejan que la luz de Tokio entre y cambie el ánimo del espacio a cada hora del día.
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Los interiores son una danza de texturas: lino, mármol italiano, detalles lacados, lámparas de cristal que parecen flotar. En la suite más alta, una bañera frente al skyline ofrece uno de los placeres más refinados del mundo: sumergirse en agua caliente mientras las luces de Tokio se encienden una a una como constelaciones.

Por la mañana, el primer sol baña el Monte Fuji. Por la noche, el cielo se vuelve de un azul tan profundo que parece tragarse la ciudad”.- Deby Beard
El restaurante Piacere, el corazón gastronómico del hotel es un templo del refinamiento italiano reinterpretado con sensibilidad japonesa. Cada plato es una obra de equilibrio: ingredientes de temporada, presentaciones minimalistas y una ejecución impecable que convierte la cena en un acto de contemplación.
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El chef juega con texturas y silencios, con aromas sutiles que evocan el bosque, el mar y la tierra. Todo ocurre con una coreografía invisible: copas que brillan, movimientos que fluyen, música apenas perceptible.
Para quien busca algo más íntimo, The Lobby Lounge ofrece tardes de té que son casi ceremonias: porcelana fina, pasteles como joyas, y la luz de Tokio filtrándose suavemente entre los cristales. Es un instante de pausa en medio del vértigo urbano, una manera delicada de reconectar con la serenidad.

En el CHI, The Spa, el lujo se redefine como silencio. Inspirado en los antiguos principios de la energía vital (qi), el spa combina terapias tradicionales asiáticas con técnicas modernas en un entorno que respira calma. Las salas privadas son templos de madera y piedra; los aceites, fragancias naturales que invitan al recogimiento.
Entre las piscinas interiores, los jacuzzis y el murmullo del agua, el cuerpo parece recordar lo que había olvidado: cómo detenerse”.- Deby Beard
Shangri-La Tokyo es una forma de habitar la ciudad. Desde aquí, el viajero puede caminar hasta el Palacio Imperial, perderse entre los cafés de Ginza o llegar en minutos a los barrios que definen la modernidad japonesa: Shibuya, Shinjuku, Roppongi, Y al regresar, lo espera una sensación de hogar elevado al arte.
El viaje que despierta al alma en los confines del mundo
Porque en Shangri-La, cada detalle —una flor perfectamente dispuesta, un saludo medido, un té que humea con la temperatura exacta— está guiado por una filosofía que entiende el lujo como atención plena.
Hay una palabra japonesa, ukiyo, que significa “el mundo flotante”: una vida dedicada a disfrutar de los placeres efímeros, de la belleza que se escapa. Shangri-La Tokyo parece haber nacido de esa idea.
Aquí, el tiempo se vuelve líquido. La ciudad brilla bajo los pies, pero dentro, todo se mueve en cámara lenta. Es un lugar donde cada amanecer es una pintura, cada copa de vino una ceremonia, cada mirada hacia el horizonte un recordatorio de que la verdadera sofisticación nace del silencio.

Shangri-La Tokyo
MARUNOUCHI TRUST TOWER MAIN, 1 Chome-8-3 Marunouchi, Chiyoda City, Tokyo 100-8283, Japón.
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