En el corazón del vasto mapa de China, donde los ríos trazan la memoria de las dinastías y los vientos aún murmuran nombres antiguos, se alza Zhengzhou, una ciudad que respira con dos almas: una anclada en la historia milenaria del río Amarillo, y otra que se proyecta hacia el futuro con el resplandor del acero y el cristal.
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Aquí, el tiempo no se detiene: camina de la mano con la modernidad sin olvidar la melodía de los templos ni el eco lejano de los poetas de Henan. Las avenidas, iluminadas como constelaciones, guardan el pulso de un pueblo que ha aprendido a ser tanto raíz como ala.

Y en medio de esa sinfonía urbana, se eleva el JW Marriott Hotel Zhengzhou, como un faro de elegancia suspendido entre las nubes. Su silueta —curvada, luminosa, casi celestial— se refleja sobre la ciudad como un verso de cristal que conversa con el cielo.
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Desde las alturas del hotel, la vista se despliega como un poema panorámico: el río Amarillo, símbolo de la cuna china; el ritmo ordenado de las luces; el palpitar sereno de una ciudad que no olvida su origen, aun cuando alcanza las estrellas”.- Deby Beard
Entrar allí es cruzar el umbral entre lo tangible y lo etéreo. El mármol blanco respira serenidad; los ventanales abren la mirada hacia un horizonte donde los tejados antiguos se abrazan con los rascacielos. Cada rincón parece susurrar una historia de equilibrio: el arte de servir con sutileza, de ofrecer calma en medio del bullicio.

De noche, cuando el cielo se cubre de terciopelo oscuro, el JW Marriott se convierte en un farol dorado sobre Zhengzhou. Es entonces cuando el viajero siente que el lujo verdadero es comodidad y armonía: el punto exacto donde la modernidad respeta la poesía de la tierra que la sostiene.
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En sus pasillos, el silencio tiene una cadencia musical. Los aromas del té y del sándalo se entrelazan con la promesa de descanso. En los restaurantes, los sabores de China se reinventan con sutileza contemporánea, y cada plato es una metáfora: tradición servida con manos de futuro.

Fuera, la ciudad no duerme. Las luces del Distrito Financiero de Zhengdong se reflejan en los espejos del lago, mientras las voces de los transeúntes se mezclan con la brisa que baja de las colinas de Songshan, hogar del legendario Templo Shaolin. Todo parece fluir en una misma respiración: pasado, presente, y ese porvenir que en China siempre parece estar ya en marcha.
El amanecer en Zhengzhou tiene un tono dorado que acaricia los ventanales del JW Marriott. El viajero despierta con la sensación de estar suspendido entre dos tiempos: el de los emperadores que soñaron con la eternidad y el de la metrópoli que la construye con cada nuevo amanecer”.- Deby Beard
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Zhengzhou —con su alma antigua y su corazón de neón— se ofrece como un poema en movimiento, y el JW Marriott Hotel Zhengzhou es su estrofa más luminosa: un homenaje al encuentro entre tradición y futuro, entre la calma del espíritu y la belleza de lo humano.

JW Marriott Hotel Zhengzhou
Jinshui, Zhengzhou, China, 450018.
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