Comer, viajar, repetir, durante dos semanas a bordodel Oceania Vista

Existen tantas maneras de viajar como formas de entender el mundo. Y luego están esos viajes que cambian la forma en que lo miramos. Un crucero de lujo es una experiencia que debería vivirse al menos una vez en la vida, a poder ser a bordo del Oceania Vista, buque insignia de Oceania Cruises. Subir a esta joya flotante y, durante quince días, recorrer por ejemplo las olas del Mediterráneo —de Barcelona a Estambul, pasando por Niza, Livorno, Roma, Messina, Creta, Santorini y Atenas— es participar en una coreografía perfecta entre gastronomía, descanso y cultura. Más que
navegar, se trata de saborear el mundo con calma y elegancia.

Una naviera para viajeros con paladar exigente

Oceania Cruises ha convertido la gastronomía en su brújula, y su flota —liderada por el Vista y el recién inaugurado Allura— lleva esa filosofía por todo el mundo. Sus itinerarios combinan destinos icónicos con joyas poco exploradas, siempre con un hilo conductor: el placer del buen vivir. En España, los cruceros de Oceania Cruises se reservan a través de Un Mundo de Cruceros, compañía especializada en travesías de lujo y representante exclusivo de la naviera. Su asesoramiento experto convierte la elección del itinerario en el primer acto del viaje.

En este caso hablamos de un crucero especialmente pensado para sibaritas donde detrás de la propuesta gastro encontramos Alexis Quaretti y Eric Barale, ambos Maîtres Cuisiniers de France y artífices del concepto “The Finest Cuisine at Sea®”. Su filosofía es clara: ingredientes excepcionales, autenticidad más que cocina creativa,
técnica precisa y pasión por compartir el arte del buen comer.



Chefs Alexis Quaretti y Eric Barale

El barco ofrece cuatro restaurantes de especialidad sublimes —Jacques (francés), Toscana (italiano) , Red Ginger y Polo Grill—, pero la experiencia culinaria va mucho más allá. Hay numerosos espacios donde el apetito encuentra su ocasión: el Grand Dining Room, la terraza del Waves Grill para almuerzos al sol, la Bakery con pastelería recién salida del horno, la Baristas Café con espresso italiano y repostería francesa, o el informal Terrace Café, perfecto para comer mirando el mar.

En total, el Vista reúne más de una decena de propuestas entre restaurantes, bares, coctelerías y cafeterías, todas incluidas en la tarifa. La única excepción es la bebida alcohólica, que puede pagarse por consumo o mediante un paquete “Prestige Select”, una opción muy conveniente que permite disfrutar de barra libre de champán, vinos,
cócteles y licores premium durante todo el viaje.

Toscana, Tortelloni di Ricotta e Spinaci al Burro Fuso

Los maridajes son otra de las joyas de la experiencia: cenas íntimas con bodegas internacionales, catas guiadas por sommeliers y menús degustación que exploran regiones vinícolas del mundo. Y para los curiosos de la cocina, el Culinary Center ofrece clases prácticas dirigidas por chefs, donde se aprende entre risas y copas cómo dominar un risotto o preparar un ceviche con el equilibrio justo de acidez.

Entre los platos memorables: los medallones de langosta en Polo Grill, el foie gras poêlé sobre brioche caramelizado en Jacques, o el pato laqueado servido con té jazmín en Red Ginger, acompañado de un riesling frío servido con elegancia milimétrica. Cada comida, incluso la más informal, está pensada como una pequeña celebración.

Vida a bordo con el discreto encanto del lujo

Entre puerto y puerto, la vida en el Vista es un ejercicio de hedonismo. El diseño interior, cálido y contemporáneo, crea una sensación de resort boutique flotante. El Aquamar Spa ofrece desde masajes de inspiración mediterránea hasta tratamientos estéticos de última generación. En los bares, la mixología combina creatividad y precisión —los martinis son ya parte de la leyenda del barco—, mientras el teatro propone espectáculos nocturnos y el piano bar se convierte en refugio para conversaciones largas y risas suaves.

Hay algo especialmente mágico en tomar un cóctel al atardecer junto a la piscina, cuando el cielo se tiñe de oro rosa y el mar parece un espejo líquido. Las tardes se pasan leyendo en cubierta, jugando al minigolf con una brisa perfecta, o simplemente dejándose llevar por el silencio. Para los más activos, hay clases de yoga con vistas al horizonte, un gimnasio completo y hasta un casino discreto y elegante.

Pool Deck

¿Momentos álgidos? El brunch de gala de los días de navegación es un acontecimiento: fuentes de mariscos, caviar, sushi, postres artesanales y champán a discreción. Todo servido con una naturalidad que desarma cualquier formalidad. Aquí, el lujo no impone; invita.

Porque a bordo del Vista, cada día es una invitación a celebrar: el mar en calma, una copa de champán en la mano y el rumor de las olas recordando que, a veces, viajar y disfrutar son exactamente lo mismo.