La guía de los 21 gastro-hoteles de México

Atrás quedaron los años de resignarse al desayuno continental y el Club Sándwich. En estos hoteles la calidad de la cocina es tan relevante como la comodidad de las camas, el tratamiento de spa o la arquitectura. Te presentamos nuestra selección de espacios —boutique y grandes resorts— para recorrer México a punta a punta guiado por el antojo.

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Chileno Bay, Los Cabos

La vida de este hotel gira alrededor de la alberca: infinita y rodeada por amenidades que prodigan la relajación: música al volumen perfecto, camastros king size, snacks para todo tipo de antojos —dulces, salados, sanos, picantes— y un amplísimo abanico de posibilidades para hidratarse. De sus centros de consumo, el consentido es Comal, un restaurante de cocina latina (con mucho de mexicana) a cargo del chef Yvan Mucharraz —un viajero que se ha alimentado de ideas y recetas lo mismo en Veracruz que a su paso por la cocina de chefs como Thomas Keller—. Prueba el pulpo con castacán para taquear con tortillas hechas a mano. Antes de cenar pasa por la barra y prueba el licor con flor eléctrica: un sorbo desconcertante que produce un cosquilleo en la lengua y deja las papilas sobre estimuladas, listas para la cena.

NO TE PIERDAS: el café de El Molino Coffee Shop, un espacio para explorar las tendencias en turno —black lattes con carbón activado, cold brews, chemex— y una ventana al café de especialidad chiapaneco.

Esperanza, Los Cabos

El chef Guillermo Gómez improvisa una mesa de trabajo en una roca frente al mar: le rodean algunas sales (una con jamaica, otra con limón eureka), almejas chocolatas, un extracto de fruta de la pasión y un cuchillo, elementos suficientes para confeccionar un tentempié para los invitados que le rodeamos. A Guillermo le gusta interactuar con los huéspedes de Esperanza: una inclinación que el hotel aprovecha y traduce en gestos y actividades que tienen lugar dentro y fuera de las instalaciones del resort. Guillermo es un guía nato: lo mismo en un recorrido por el desierto, por un huerto o en una clase de cocina. Su ánimo, ligero y social, son el centro de la vida culinaria del lugar y la garantía de que aquí, el apetito siempre será bien recompensado.

NO TE PIERDAS: las margaritas de Lucas Müller, el mixólogo francés de cabecera, creador de versiones (más picantes, más dulces, más cargadas) de este trago clásico playero. Los rostizados, durante la cena: un pescado entero sazonado con hierbas y cítricos o un pollito nunca fallan.

One & Only Palmilla, Los Cabos

Este es un hotel veterano de Los Cabos: un lugar para desenchufados con espacios y actividades que establecen una dinámica detox-retox durante las vacaciones. Detox: un ritual de temazcal —baño de vapor con piedras volcánicas y hierbas locales de la mano de un chamán para estimular el cuerpo—. Retox: una cata de tequila o una cena en Seared, el steakhouse al mando del chef Jean Georges Vongerichten, donde siempre hay elementos como el caviar y el wagyu involucrados. Detox: una clase de yoga seguida de un jugo verde. Retox: una cena en Suviche, un restaurante que mezcla con acierto técnicas de la cocina japonesa y latinoamericana para pasar la cena entre sashimis y ceviches. ¿Ejemplo? el sashimi de yellow tail con limón y chipotle.

NO TE PIERDAS: el room service. Un ritual en la comodidad de tu habitación con vista al mar de Cortés. Aquí sirven pan recién hecho, mermeladas caseras y jugos frescos que valen la pena para un momento feliz en la mañana. Como tentempié siempre tendrás opciones para acompañar el tequila de la casa. Ojo con las palomitas con caramelo.

Viceroy, Los Cabos

Las habitaciones de este complejo están equipadas para ofrecer a sus huéspedes tecnología de punta —con Alexa, incluida—, fieles al concepto contemporáneo que es el hilo conductor de la decoración. Sus cinco restaurantes, liderados por el chef queretano César Pita, ofrecen una experiencia tan buena que no hace falta salir del hotel para comer. El restaurante Nido es la pieza central del complejo, nutrido con un menú de ceviches, cocteles artesanales y platillos inspirados en la gastronomía de España, México y Perú. Cielomar, el bar de la azotea, ofrece un menú de platos al grill y mezclas como la pizza poke de atún con aguacate. Una de las experiencias que promueve el complejo es ir de pesca con el chef.

NO TE PIERDAS: los chilaquiles con birria de short rib en Casero, el restaurante mexicano del hotel. Los encuentras durante el desayuno.

The Cape Hotel, Los Cabos

El mar azul intenso y el famoso Arco de Los Cabos se roban el foco al llegar al hotel. Luego, solo queda disfrutar de su alberca infinita a unos metros de Playa Monumentos en donde surfistas se dan cita para aprovechar el swell. Y es que el océano Pacífico es protagonista del diseño del arquitecto Javier Sánchez, que está pensado para mezclarse con el entorno. El ritmo de las olas se hace presente en cada espacio y se reafirma con el sonido del oleaje que llega hasta el restaurante, propiedad de uno de los mejores chefs de México: Manta, de Enrique Olvera. Aquí los ingredientes del Cinturón de Fuego del Pacífico son preparados con técnicas mexicanas y asiáticas. Platos como el bao de cochinita, los anticuchos de pulpo o los tacos de pescado con miso negro son una exitosa prueba de esta mezcla. No te vayas sin probar el pastel de tres leches con la crema de vainilla de la que están hechos los sueños.

NO TE PIERDAS: el cooking demo por el chef de cuisine de Manta, Abi Sánchez, en el que te compartirá las recetas y técnicas para crear algunos de los platillos favoritos en la carta.

San Cristóbal, Todos Santos

Este lugar, ubicado junto al Trópico de Cáncer, está enmarcado por las montañas de Punta Lobos. San Cristóbal consta de 32 habitaciones situadas alrededor de una piscina central desde la cual podrás ver a las ballenas nadar, ya que Punta Lobos es una parada en el camino de migración de las ballenas grises y jorobadas durante los primeros cuatro meses del año. En Benno, el restaurante del hotel, el cocinero Dahli De la Peña prepara platillos fusión de cocina mexicana y mediterránea. Por la mañana te recomendamos el omelette de quelites y para comer las almejas chocolatas al grill con mantequilla miso, machaca y sriracha. La selección de vinos de Europa, Estados Unidos y México, está curada para promover aquellos que son cultivados de manera sustentable con especial interés en los vinos orgánicos y biodinámicos.

NO TE PIERDAS: el avocado toast con jitomates heirloom y cebollas caramelizadas en el desayuno acompañado por un jugo Cristóbal heat con zanahoria, naranja, limón, cilantro, cúrcuma, jalapeño y sal de mar.

Encuentro Guadalupe, Valle de Guadalupe

El respeto es la palabra clave de este proyecto de 22 habitaciones separadas unas de otras a lo largo y ancho de la propiedad. Pero lo ecológico no les quita lo valientes. El lujo y los detalles elegantes son la pinza que amarra el concepto. En las habitaciones la vista roba el aliento, pero en ellas convive lo mismo una bocina Bose con una piedra gigantesca de la zona con gran magentismo. La comida no desentona. Por las mañanas Omar Valenzuela ofrece sus propuestas saludables y monchosas elaboradas from scratch de los productos de su huerta en Resguardo Silvestre. A media tarde, el mejor sitio para ver el atardecer es en el Raw Oyster Bar, al interior de la vinícola, y mejor aún si se tiene un vino de los viñedos del proyecto. Para la noche Omar despliega lo mejor de la tierra, el mar y el cielo de la entidad junto a una carta de vinos sobresaliente dentro del restaurante Origen.

NO TE PIERDAS: en el desayuno la french toast con crema y salsa de blueberries; por la noche, la ensalada de vegetales y manzanilla o las patas de mula.

Bruma, Valle de Guadalupe

Las líneas que separan lo creado por la naturaleza y lo hecho por el hombre no existen en estas coordenadas. Por fuera, cada una de las villas y habitaciones se mimetizan con los accidentes geográficos del entorno –uno árido, rocoso, intrigante–; por dentro, ese mismo lujo sobrio se acomoda en la decoración y las amenidades. Si caminas unos cuantos pasos encontrarás la vinícola Bruma 8, un triunfo arquitectónico pero también sensorial, gracias a los vinos que Lulú Martínez supervisa, crea y experimenta como el científico de un laboratorio de química. Sus mezclas buscan resaltar la comida de David Castro Hussong, a cuyo restaurante Fauna también puedes llegar a pie. Él se formó junto a gigantes como Dan Barber, en Blue Hill en Stone Barns, por lo que no extraña su obsesión por el producto. Una suerte de sabores eléctricos, ácidos y ahumados son el sello de la mayoría de sus platos. Los postres no desentonan: la pastry chef Maribel Aldaco exhibe su complejo mundo sensorial en cada una de sus bellas creaciones.

NO TE PIERDAS: el salpicón de cerdo con tomate –marídalo con un tinto joven–, el callo con puré de berenjena y de postre, nieve de plátano con crocante de chocolate y trozos de brownie.

Dos Casas, San Miguel de Allende

Aunque la propiedad, conformada por tres edificios y un onírico patio interior, es antigua, en este hotel se respira lo contemporáneo, empezando por las piezas de arte que esperan a ser descubiertas en los recovecos del hotel. Eso no es todo. Esta es la sede del chef Olivier Deboise y Áperi, su restaurante. El chef exalta el producto del centro del país y de la localidad haciendo uso de sus técnicas francesas en las que sobresalen los temas marinos. Para que lo disfrutes en primera fila, te recomendamos elegir la mesa del chef. En la mañana, el encanto no llegará desvelado. El restaurante cuenta con un menú degustación matutino que será una conversación energética entre la gula y los buenos productos aplicados a consentirte.

NO TE PIERDAS: en el desayuno los chilaquiles con burrata; del bar, el Rosemary Faux Loma; para la cena, el sope de charales crocantes y la pesca del día –tal y como la prepare el chef–.

L'Ôtel @ Dôce 18 Concept House, San Miguel de Allende

En las 10 habitaciones de este hotel el arte está presente con elegante curaduría. Lo que las habitaciones tienen en común son los amenities artesanales diseñados por la marca sanmiguelense Ablu Botánica, que te hacen sentir tan relajado como en un spa. Por la mañana hay que dejarse conquistar por la panadería Panio, de legado francoitaliano, ubicada entre los locales de Dôce-18. En la zona gourmet encontrarás Birdies, sustanciosas hamburguesas diseñadas por el chef Donnie Masterton. No hay que perderse la de pollo crispy y la malteada de plátano con chocolate. Otro atractivo del lugar es el tequila bar de Casa Dragones que, además de ser el más pequeño del mundo, es la única tienda oficial de la marca.

NO TE PIERDAS: la cata de aceites de oliva y vinagres balsámicos en Olio Fino, una de las tiendas gourmet del hotel.

Casa Lucila, Mazatlán

Este hotel boutique es conocido por su impresionante vista del océano Pacífico y su ubicación privilegiada en el Centro Histórico. Su propietaria, Conchita Valadés, decidió nombrarlo en honor a su madre Lucila Valdéz, y a sus 8 habitaciones les puso su nombre y el de sus hermanas. En el restaurante Lucila’s, los esponjosos roles de canela son un ejemplo del sabor excepcional de sus panes. En la comida te recomendamos el clásico aguachile de camarón mazatleco o los crab cakes. Como parte de la experiencia no dejes de visitar el spa Piccolinos y prueba el ritual shirodhara de la medicina ayurvédica, que consiste en verter aceites sobre la frente para restaurar la claridad mental y la comprensión.

NO TE PIERDAS: las cervezas locales, como la Tres Islas, y los ocho cocteles de autor que llevan el nombre de cada una de las hijas de Lucila.

Rosas & Xocolate, Mérida

Por su fachada color rosa y su estilo colonial moderno, este es un hotel que no se puede pasar por alto en una caminata por el Paseo Montejo, la avenida principal —y una de las más bonitas de México— de Mérida, Yucatán. Rosas y Xocolate es uno de los primeros hoteles boutique en la ciudad y, a diferencia de otros, su permanencia está dictada por experiencias gastronómicas, espacios de relajación y habitaciones que tienen un constante debate entre pasado y futuro. A cargo del restaurante se encuentra el chef David Segovia, orgulloso chilango autodidacta salido de las filas de Pujol. Su propuesta no se encasilla en ningún estilo o cultura, pero siempre mantiene un sabor que te trae de regreso a Yucatán. El tartar de atún o su suave brisquet de cerdo cocinado al horno por 12 horas son algunos de los platillos que puedes degustar en cualquiera de sus hermosas terrazas o, si lo prefieres, en la comodidad de tu habitación vía room service.

NO TE PIERDAS: los tratamientos con cacao en el spa y las noches de jazz en vivo en la terraza superior, perfectas para disfrutar del calor de la ciudad rodeado de árboles y casas coloniales.

Chablé Resort & Spa, Chocholá

Chablé Resort & Spa, ganador del Prix Versailles en 2017 por su diseño y arquitectura, ofrece una experiencia sui géneris donde la naturaleza, la gastronomía y el wellness se encuentran en un mismo lugar. Lo que hace que aquí sea fácil conectar con uno mismo es esa combinación entre la tradición maya y la modernidad. Por ejemplo, el spa está construido alrededor de un cenote y en él se ofrece una fusión de tratamientos modernos con rituales ancestrales y técnicas mayas. En el plano gastronómico el resort cuenta con tres restaurantes desarrollados por el chef Jorge Vallejo en los que reina la cocina estacional, tradicional y los ingredientes cultivados, en su mayoría, en los jardines del lugar. En K’iol puedes disfrutar desde miel melipona, mermeladas caseras y pan recién hecho para el desayuno. Ixi’im (‘maíz’ en maya), el restaurante insignia y también ganador del Prix Versailles en 2018 por su aquitectura, tiene una propuesta gastronómica contemporánea inspirada en la cocina tradicional yucateca. El atractivo no sólo es el menú degustación de siete tiempos que varía cada temporada, también la colección de tequilas: la más grande del mundo con 3 500 botellas que pueden verse decorando los muros del espacio. Las hortalizas, hojas y verduras que se utilizan en los restaurantes son cosechadas de los ka’anché’s: una forma de cultivo ancestral maya realizado en camas de tierra elevadas de madera.

NO TE PIERDAS: la experiencia de agave y chocolate. De comer, el pulpo maya baby acompañado con tomates heriloom y salsa de longaniza de Valladolid y la esponja de cilantro con sorbete de guanábana y piña tatemada. Refréscate con la Margarita Chablé, hecha con Tequila Chablé Cristalino, Cointreau y jugo de limón.

Belmond Maroma, Riviera Maya

Los colores son más brillantes y la luz más prístina en Belmond Maroma, una propiedad que echa mano de la riqueza natural —de la selva tropical y el mar— y los acentos de la cultura maya para regalarle a los huéspedes momentos de calma y satisfacción ‘instagrameables’. El soundtrack: el silencio, interrumpido a veces por las aves o el choque de las olas. La comida, y la espontaneidad del chef Daniel Moreno, son otros recursos para prodigar confort a sus invitados: en gestos como las quesadillas del desayuno, hechas a mano, en un comal de barro, de rellenos clásicos (flor de calabaza, hongos, huitlacoche, chorizo) o en una cena en la intimidad de la cava del hotel para probar los platos estrella de la cocina —el tagliatelle con burrata, uno de nuestros favoritos—y etiquetas (como el rosado Pitaya) que dificílmente probarás en otro lado.

NO TE PIERDAS: la experiencia de cacao, una clase práctica alrededor de este ingrediente, en el que aprenderás a preparar trufas y el pozol, una bebida tradicional maya con cacao y maíz. También acércate a las clases de cocina: con tips básicos para dominar platos mexicanos (y luego comerlos) con una cerveza y el mar de fondo. Pide al chef una salsa molcajeteada y la totoaba con recado blanco.

Grand Velas, Riviera Maya

Este hotel —que bien podría ser tres lugares en uno— le ha dado un giro al concepto all inclusive, un esfuerzo superlativo que involucra a más de 1 000 personas en el servicio: un nutrido staff que te ofrece bebidas refrescantes, toallas infusionadas, paletas heladas de maracuyá o sonrisas mientras te asoleas o te trasladas por las instalaciones. El apetito es la mejor brújula para recorrer la oferta de este resort: desde las cortesías en la habitación hasta el sofi sticado menú degustación del restaurante Cocina de Autor, uno de los fi ne dinings que son parte del paquete all inclusive de este hotel, donde se sirven platos que se van en tres bocados, ricos en texturas y técnicas. Shout out al sommelier y a su atinada mano para los maridajes. En el medio, para el lunch o el desayuno, hay tres restaurantes casuales —Azul, Bistro y Chaac—, los tres con menús a la carta y buffets generosos e internacionales: chilaquiles, sushi, rack de cordero, selecciones de embutidos y quesos, la lista amplia: tú piensa en un antojo y seguro que Grand Velas te los concede.

NO TE PIERDAS: el buffet del restaurante Azul durante el lunch. Una grata sorpresa que, entre decenas de opciones, abre una ventanita a Francia en medio del Caribe con terrinas de cerdo, salchichones y patés de campiña —con los respectivos pepinillos y mostaza Dijon— o una crema de mejillones con vino blanco.

Tierra y Cielo, San Cristobal de las Casas

Cada una de las doce habitaciones del hotel está cuidadosamente decorada con acentos de artesanía local e imágenes del estado de Chiapas. A la hora del desayuno, del almuerzo o la cena, los pasos siempre te dirigirán hacia Tierra y Cielo restaurante. La chef Martha Zepeda ha liderado la recuperación de las recetas regionales y un movimiento de sustentabilidad y responsabilidad social con el que activa la economía de las comunidades cercanas. Si es el fin de semana, un desayuno tipo buffet te alegrará los ojos y el antojo con los platillos chiapanecos donde nunca faltan los tamales y el plátano frito; en las noches, el menú degustación es el resumen ejecutivo de la chef en el que se mezclan los sabores del estado, los buenos productos y su especial toque femenino.

NO TE PIERDAS: el mole coleto que lleva plátano macho, el tamal de chipilín con maíz coleto, la selección de quesos chiapanecos y por supuesto, la mezcla de café Tierra y Cielo.

Los Amantes, Oaxaca

En la recepción de Los Amantes, un par de bicicletas esperan a que los huéspedes las pedaleen para explorar la ciudad. Un piso arriba están las habitaciones —que en vez de números, llevan los nombres de distintas variedades de maguey— y en el tercero lo más emocionante: la terraza/restaurante. Una vez arriba, el jacuzzi, los foquitos y la vista al templo de Santo Domingo hacen que te olvides de las bicicletas de allá abajo y te tires a los brazos del mezcal y los antojitos mexicanos. En el menú destacan los platillos oaxaqueños tropicalizados en forma de hamburguesa de tasajo o tataki con costra de chapulines. Los vinos mexicanos y los cocteles con mezcal se convierten en el abrigo perfecto para cuando el sol se mete y el frío se hace presente.

NO TE PIERDAS: la costra de tasajo, la margarita africana con mezcal, Controy, lima y extracto de jamaica y el tiradito de recado negro.

Four Seasons, Ciudad de México

Un hotel de lujo ubicado en Paseo de la Reforma que goza de servicios y comodidades que te permitirán vivir el confort al máximo. Además podrás consentir a tu paladar en sus dos restaurantes: Il Becco (con una carta italiana sofi sticada) y Zanaya (con sabores de la costa del Pacífico mexicano). Entre sus instalaciones encontrarás Fifty Mils, un bar que se ubica entre los mejores 10 de la lista The World’s 50 Best Bars. Este espacio ecléctico e innovador está estrenando menú inspirado en las cuatro estaciones y en la Ciudad de México.

NO TE PIERDAS: los cocteles preparados con destilados como el tequila, el mezcal y el sotol. Entre nuestros favoritos del nuevo menú: Atotonilco y Primavera.

Hotel Carlota, Ciudad de México

Está Paseo de la Reforma con las marchas, el caos vial y la prisa que caracteriza a las grandes avenidas de la Ciudad de México. Y luego, a sólo media cuadra, está el Hotel Carlota donde todo lo anterior desaparece. La premura e impaciencia citadina ceden ante una alberca color turquesa, rodeada de árboles y habitaciones con decoración minimalista. Todo resguardado por muros de concreto que detienen el tiempo. En la cocina de este hotel tampoco hay lugar para las prisas. Joaquín Cardoso y Sofía Cortina —los chefs a cargo— se rigen por la estacionalidad para que sus ingredientes lleguen al punto ideal de madurez, respetan los tiempos de cocción para lograr el término perfecto de la carne y obedecen las vedas de forma religiosa. El resultado son platos que merecen disfrutarse con la misma calma que fueron cocinados: bocado a bocado.

NO TE PIERDAS: la tarta de chocolate con crème brûlée de mamey (obviamente, cuando sea temporada) y la avo toast —que sabe bien a cualquier hora del día— de pan campesino con guacamole, vinagreta de limón amarillo, rábanos y zanahorias.

Casa Rodavento, Valle de Bravo

Este hotel boutique para parejas fue construido a principios del siglo XX como una mansión familiar. La armonía de este espacio, de sólo siete habitaciones, radica en su arquitectura, diseño de interiores y todos los rincones en que puedes disfrutar de las majestuosas vistas del pueblo. Nuestro, es el restaurante del hotel, donde el chef Alberto Colín ofrece un menú para deleitar a los huéspedes y visitantes con una propuesta basada en el uso de ingredientes y productos locales. Nuestro es un lugar en donde los platillos se elaboran con base en los productos de la temporada para sorprender a los huéspedes en cada visita.

NO TE PIERDAS: el menú de la temporada de hongos (que arranca en septiembre) y el coctel Santa, una mezcla con ginebra, St. Germain, limón, hoja santa y agua quina.

Grand Fiesta Americana, Valle Monterrey

Las puertas de cristal se abren y un mundo vanguardista aparece a la vista: un bello lobby decorado por peces voladores, muros altísimos rotulados con frases cool y una arquitectura que mezcla líneas de diseño con una paleta de colores muy sofisticada. Lo mejor no termina ahí y es que, este hotel principalmente de negocios, comparte algunas amenidades con el hotel Live Aqua, localizado en los últimos pisos del edificio. Por ejemplo, el Feel Urban Spa, el único espacio wellness en Monterrey, que cuenta con un verdadero sistema de hidroterapia integrado por un circuito de regaderas y piscinas. En cuanto a la gastronomía, el chef Ricardo Muñoz Zurita fue el encargado de hacer la carta del restaurante 1856, que ofrece platillos regionales mexicanos con productos de cada entidad. Para la hora de la cena hay que dirigirse al piso 18, a Zoi, para disfrutar de su vista al cerro de la Silla y probar su cocina mexi-mediterránea. NO TE PIERDAS: el cabrito confitado en Zoi, un martini desde el impresionante Bar Night y el Art brunch, una lujosa comilona que se realiza una vez al mes junto a la obra de diversos artistas locales.

  • Chileno Bay, Los Cabos

    La vida de este hotel gira alrededor de la alberca: infinita y rodeada por amenidades que prodigan la relajación: música al volumen perfecto, camastros king size, snacks para todo tipo de antojos —dulces, salados, sanos, picantes— y un amplísimo abanico de posibilidades para hidratarse. De sus centros de consumo, el consentido es Comal, un restaurante de cocina latina (con mucho de mexicana) a cargo del chef Yvan Mucharraz —un viajero que se ha alimentado de ideas y recetas lo mismo en Veracruz que a su paso por la cocina de chefs como Thomas Keller—. Prueba el pulpo con castacán para taquear con tortillas hechas a mano. Antes de cenar pasa por la barra y prueba el licor con flor eléctrica: un sorbo desconcertante que produce un cosquilleo en la lengua y deja las papilas sobre estimuladas, listas para la cena.

    NO TE PIERDAS: el café de El Molino Coffee Shop, un espacio para explorar las tendencias en turno —black lattes con carbón activado, cold brews, chemex— y una ventana al café de especialidad chiapaneco.

  • Esperanza, Los Cabos

    El chef Guillermo Gómez improvisa una mesa de trabajo en una roca frente al mar: le rodean algunas sales (una con jamaica, otra con limón eureka), almejas chocolatas, un extracto de fruta de la pasión y un cuchillo, elementos suficientes para confeccionar un tentempié para los invitados que le rodeamos. A Guillermo le gusta interactuar con los huéspedes de Esperanza: una inclinación que el hotel aprovecha y traduce en gestos y actividades que tienen lugar dentro y fuera de las instalaciones del resort. Guillermo es un guía nato: lo mismo en un recorrido por el desierto, por un huerto o en una clase de cocina. Su ánimo, ligero y social, son el centro de la vida culinaria del lugar y la garantía de que aquí, el apetito siempre será bien recompensado.

    NO TE PIERDAS: las margaritas de Lucas Müller, el mixólogo francés de cabecera, creador de versiones (más picantes, más dulces, más cargadas) de este trago clásico playero. Los rostizados, durante la cena: un pescado entero sazonado con hierbas y cítricos o un pollito nunca fallan.

  • One & Only Palmilla, Los Cabos

    Este es un hotel veterano de Los Cabos: un lugar para desenchufados con espacios y actividades que establecen una dinámica detox-retox durante las vacaciones. Detox: un ritual de temazcal —baño de vapor con piedras volcánicas y hierbas locales de la mano de un chamán para estimular el cuerpo—. Retox: una cata de tequila o una cena en Seared, el steakhouse al mando del chef Jean Georges Vongerichten, donde siempre hay elementos como el caviar y el wagyu involucrados. Detox: una clase de yoga seguida de un jugo verde. Retox: una cena en Suviche, un restaurante que mezcla con acierto técnicas de la cocina japonesa y latinoamericana para pasar la cena entre sashimis y ceviches. ¿Ejemplo? el sashimi de yellow tail con limón y chipotle.

    NO TE PIERDAS: el room service. Un ritual en la comodidad de tu habitación con vista al mar de Cortés. Aquí sirven pan recién hecho, mermeladas caseras y jugos frescos que valen la pena para un momento feliz en la mañana. Como tentempié siempre tendrás opciones para acompañar el tequila de la casa. Ojo con las palomitas con caramelo.

  • Viceroy, Los Cabos

    Las habitaciones de este complejo están equipadas para ofrecer a sus huéspedes tecnología de punta —con Alexa, incluida—, fieles al concepto contemporáneo que es el hilo conductor de la decoración. Sus cinco restaurantes, liderados por el chef queretano César Pita, ofrecen una experiencia tan buena que no hace falta salir del hotel para comer. El restaurante Nido es la pieza central del complejo, nutrido con un menú de ceviches, cocteles artesanales y platillos inspirados en la gastronomía de España, México y Perú. Cielomar, el bar de la azotea, ofrece un menú de platos al grill y mezclas como la pizza poke de atún con aguacate. Una de las experiencias que promueve el complejo es ir de pesca con el chef.

    NO TE PIERDAS: los chilaquiles con birria de short rib en Casero, el restaurante mexicano del hotel. Los encuentras durante el desayuno.

  • The Cape Hotel, Los Cabos

    El mar azul intenso y el famoso Arco de Los Cabos se roban el foco al llegar al hotel. Luego, solo queda disfrutar de su alberca infinita a unos metros de Playa Monumentos en donde surfistas se dan cita para aprovechar el swell. Y es que el océano Pacífico es protagonista del diseño del arquitecto Javier Sánchez, que está pensado para mezclarse con el entorno. El ritmo de las olas se hace presente en cada espacio y se reafirma con el sonido del oleaje que llega hasta el restaurante, propiedad de uno de los mejores chefs de México: Manta, de Enrique Olvera. Aquí los ingredientes del Cinturón de Fuego del Pacífico son preparados con técnicas mexicanas y asiáticas. Platos como el bao de cochinita, los anticuchos de pulpo o los tacos de pescado con miso negro son una exitosa prueba de esta mezcla. No te vayas sin probar el pastel de tres leches con la crema de vainilla de la que están hechos los sueños.

    NO TE PIERDAS: el cooking demo por el chef de cuisine de Manta, Abi Sánchez, en el que te compartirá las recetas y técnicas para crear algunos de los platillos favoritos en la carta.

  • San Cristóbal, Todos Santos

    Este lugar, ubicado junto al Trópico de Cáncer, está enmarcado por las montañas de Punta Lobos. San Cristóbal consta de 32 habitaciones situadas alrededor de una piscina central desde la cual podrás ver a las ballenas nadar, ya que Punta Lobos es una parada en el camino de migración de las ballenas grises y jorobadas durante los primeros cuatro meses del año. En Benno, el restaurante del hotel, el cocinero Dahli De la Peña prepara platillos fusión de cocina mexicana y mediterránea. Por la mañana te recomendamos el omelette de quelites y para comer las almejas chocolatas al grill con mantequilla miso, machaca y sriracha. La selección de vinos de Europa, Estados Unidos y México, está curada para promover aquellos que son cultivados de manera sustentable con especial interés en los vinos orgánicos y biodinámicos.

    NO TE PIERDAS: el avocado toast con jitomates heirloom y cebollas caramelizadas en el desayuno acompañado por un jugo Cristóbal heat con zanahoria, naranja, limón, cilantro, cúrcuma, jalapeño y sal de mar.

  • Encuentro Guadalupe, Valle de Guadalupe

    El respeto es la palabra clave de este proyecto de 22 habitaciones separadas unas de otras a lo largo y ancho de la propiedad. Pero lo ecológico no les quita lo valientes. El lujo y los detalles elegantes son la pinza que amarra el concepto. En las habitaciones la vista roba el aliento, pero en ellas convive lo mismo una bocina Bose con una piedra gigantesca de la zona con gran magentismo. La comida no desentona. Por las mañanas Omar Valenzuela ofrece sus propuestas saludables y monchosas elaboradas from scratch de los productos de su huerta en Resguardo Silvestre. A media tarde, el mejor sitio para ver el atardecer es en el Raw Oyster Bar, al interior de la vinícola, y mejor aún si se tiene un vino de los viñedos del proyecto. Para la noche Omar despliega lo mejor de la tierra, el mar y el cielo de la entidad junto a una carta de vinos sobresaliente dentro del restaurante Origen.

    NO TE PIERDAS: en el desayuno la french toast con crema y salsa de blueberries; por la noche, la ensalada de vegetales y manzanilla o las patas de mula.

  • Bruma, Valle de Guadalupe

    Las líneas que separan lo creado por la naturaleza y lo hecho por el hombre no existen en estas coordenadas. Por fuera, cada una de las villas y habitaciones se mimetizan con los accidentes geográficos del entorno –uno árido, rocoso, intrigante–; por dentro, ese mismo lujo sobrio se acomoda en la decoración y las amenidades. Si caminas unos cuantos pasos encontrarás la vinícola Bruma 8, un triunfo arquitectónico pero también sensorial, gracias a los vinos que Lulú Martínez supervisa, crea y experimenta como el científico de un laboratorio de química. Sus mezclas buscan resaltar la comida de David Castro Hussong, a cuyo restaurante Fauna también puedes llegar a pie. Él se formó junto a gigantes como Dan Barber, en Blue Hill en Stone Barns, por lo que no extraña su obsesión por el producto. Una suerte de sabores eléctricos, ácidos y ahumados son el sello de la mayoría de sus platos. Los postres no desentonan: la pastry chef Maribel Aldaco exhibe su complejo mundo sensorial en cada una de sus bellas creaciones.

    NO TE PIERDAS: el salpicón de cerdo con tomate –marídalo con un tinto joven–, el callo con puré de berenjena y de postre, nieve de plátano con crocante de chocolate y trozos de brownie.

  • Dos Casas, San Miguel de Allende

    Aunque la propiedad, conformada por tres edificios y un onírico patio interior, es antigua, en este hotel se respira lo contemporáneo, empezando por las piezas de arte que esperan a ser descubiertas en los recovecos del hotel. Eso no es todo. Esta es la sede del chef Olivier Deboise y Áperi, su restaurante. El chef exalta el producto del centro del país y de la localidad haciendo uso de sus técnicas francesas en las que sobresalen los temas marinos. Para que lo disfrutes en primera fila, te recomendamos elegir la mesa del chef. En la mañana, el encanto no llegará desvelado. El restaurante cuenta con un menú degustación matutino que será una conversación energética entre la gula y los buenos productos aplicados a consentirte.

    NO TE PIERDAS: en el desayuno los chilaquiles con burrata; del bar, el Rosemary Faux Loma; para la cena, el sope de charales crocantes y la pesca del día –tal y como la prepare el chef–.

  • L'Ôtel @ Dôce 18 Concept House, San Miguel de Allende

    En las 10 habitaciones de este hotel el arte está presente con elegante curaduría. Lo que las habitaciones tienen en común son los amenities artesanales diseñados por la marca sanmiguelense Ablu Botánica, que te hacen sentir tan relajado como en un spa. Por la mañana hay que dejarse conquistar por la panadería Panio, de legado francoitaliano, ubicada entre los locales de Dôce-18. En la zona gourmet encontrarás Birdies, sustanciosas hamburguesas diseñadas por el chef Donnie Masterton. No hay que perderse la de pollo crispy y la malteada de plátano con chocolate. Otro atractivo del lugar es el tequila bar de Casa Dragones que, además de ser el más pequeño del mundo, es la única tienda oficial de la marca.

    NO TE PIERDAS: la cata de aceites de oliva y vinagres balsámicos en Olio Fino, una de las tiendas gourmet del hotel.

  • Casa Lucila, Mazatlán

    Este hotel boutique es conocido por su impresionante vista del océano Pacífico y su ubicación privilegiada en el Centro Histórico. Su propietaria, Conchita Valadés, decidió nombrarlo en honor a su madre Lucila Valdéz, y a sus 8 habitaciones les puso su nombre y el de sus hermanas. En el restaurante Lucila’s, los esponjosos roles de canela son un ejemplo del sabor excepcional de sus panes. En la comida te recomendamos el clásico aguachile de camarón mazatleco o los crab cakes. Como parte de la experiencia no dejes de visitar el spa Piccolinos y prueba el ritual shirodhara de la medicina ayurvédica, que consiste en verter aceites sobre la frente para restaurar la claridad mental y la comprensión.

    NO TE PIERDAS: las cervezas locales, como la Tres Islas, y los ocho cocteles de autor que llevan el nombre de cada una de las hijas de Lucila.

  • Rosas & Xocolate, Mérida

    Por su fachada color rosa y su estilo colonial moderno, este es un hotel que no se puede pasar por alto en una caminata por el Paseo Montejo, la avenida principal —y una de las más bonitas de México— de Mérida, Yucatán. Rosas y Xocolate es uno de los primeros hoteles boutique en la ciudad y, a diferencia de otros, su permanencia está dictada por experiencias gastronómicas, espacios de relajación y habitaciones que tienen un constante debate entre pasado y futuro. A cargo del restaurante se encuentra el chef David Segovia, orgulloso chilango autodidacta salido de las filas de Pujol. Su propuesta no se encasilla en ningún estilo o cultura, pero siempre mantiene un sabor que te trae de regreso a Yucatán. El tartar de atún o su suave brisquet de cerdo cocinado al horno por 12 horas son algunos de los platillos que puedes degustar en cualquiera de sus hermosas terrazas o, si lo prefieres, en la comodidad de tu habitación vía room service.

    NO TE PIERDAS: los tratamientos con cacao en el spa y las noches de jazz en vivo en la terraza superior, perfectas para disfrutar del calor de la ciudad rodeado de árboles y casas coloniales.

  • Chablé Resort & Spa, Chocholá

    Chablé Resort & Spa, ganador del Prix Versailles en 2017 por su diseño y arquitectura, ofrece una experiencia sui géneris donde la naturaleza, la gastronomía y el wellness se encuentran en un mismo lugar. Lo que hace que aquí sea fácil conectar con uno mismo es esa combinación entre la tradición maya y la modernidad. Por ejemplo, el spa está construido alrededor de un cenote y en él se ofrece una fusión de tratamientos modernos con rituales ancestrales y técnicas mayas. En el plano gastronómico el resort cuenta con tres restaurantes desarrollados por el chef Jorge Vallejo en los que reina la cocina estacional, tradicional y los ingredientes cultivados, en su mayoría, en los jardines del lugar. En K’iol puedes disfrutar desde miel melipona, mermeladas caseras y pan recién hecho para el desayuno. Ixi’im (‘maíz’ en maya), el restaurante insignia y también ganador del Prix Versailles en 2018 por su aquitectura, tiene una propuesta gastronómica contemporánea inspirada en la cocina tradicional yucateca. El atractivo no sólo es el menú degustación de siete tiempos que varía cada temporada, también la colección de tequilas: la más grande del mundo con 3 500 botellas que pueden verse decorando los muros del espacio. Las hortalizas, hojas y verduras que se utilizan en los restaurantes son cosechadas de los ka’anché’s: una forma de cultivo ancestral maya realizado en camas de tierra elevadas de madera.

    NO TE PIERDAS: la experiencia de agave y chocolate. De comer, el pulpo maya baby acompañado con tomates heriloom y salsa de longaniza de Valladolid y la esponja de cilantro con sorbete de guanábana y piña tatemada. Refréscate con la Margarita Chablé, hecha con Tequila Chablé Cristalino, Cointreau y jugo de limón.

  • Belmond Maroma, Riviera Maya

    Los colores son más brillantes y la luz más prístina en Belmond Maroma, una propiedad que echa mano de la riqueza natural —de la selva tropical y el mar— y los acentos de la cultura maya para regalarle a los huéspedes momentos de calma y satisfacción ‘instagrameables’. El soundtrack: el silencio, interrumpido a veces por las aves o el choque de las olas. La comida, y la espontaneidad del chef Daniel Moreno, son otros recursos para prodigar confort a sus invitados: en gestos como las quesadillas del desayuno, hechas a mano, en un comal de barro, de rellenos clásicos (flor de calabaza, hongos, huitlacoche, chorizo) o en una cena en la intimidad de la cava del hotel para probar los platos estrella de la cocina —el tagliatelle con burrata, uno de nuestros favoritos—y etiquetas (como el rosado Pitaya) que dificílmente probarás en otro lado.

    NO TE PIERDAS: la experiencia de cacao, una clase práctica alrededor de este ingrediente, en el que aprenderás a preparar trufas y el pozol, una bebida tradicional maya con cacao y maíz. También acércate a las clases de cocina: con tips básicos para dominar platos mexicanos (y luego comerlos) con una cerveza y el mar de fondo. Pide al chef una salsa molcajeteada y la totoaba con recado blanco.

  • Grand Velas, Riviera Maya

    Este hotel —que bien podría ser tres lugares en uno— le ha dado un giro al concepto all inclusive, un esfuerzo superlativo que involucra a más de 1 000 personas en el servicio: un nutrido staff que te ofrece bebidas refrescantes, toallas infusionadas, paletas heladas de maracuyá o sonrisas mientras te asoleas o te trasladas por las instalaciones. El apetito es la mejor brújula para recorrer la oferta de este resort: desde las cortesías en la habitación hasta el sofi sticado menú degustación del restaurante Cocina de Autor, uno de los fi ne dinings que son parte del paquete all inclusive de este hotel, donde se sirven platos que se van en tres bocados, ricos en texturas y técnicas. Shout out al sommelier y a su atinada mano para los maridajes. En el medio, para el lunch o el desayuno, hay tres restaurantes casuales —Azul, Bistro y Chaac—, los tres con menús a la carta y buffets generosos e internacionales: chilaquiles, sushi, rack de cordero, selecciones de embutidos y quesos, la lista amplia: tú piensa en un antojo y seguro que Grand Velas te los concede.

    NO TE PIERDAS: el buffet del restaurante Azul durante el lunch. Una grata sorpresa que, entre decenas de opciones, abre una ventanita a Francia en medio del Caribe con terrinas de cerdo, salchichones y patés de campiña —con los respectivos pepinillos y mostaza Dijon— o una crema de mejillones con vino blanco.

  • Tierra y Cielo, San Cristobal de las Casas

    Cada una de las doce habitaciones del hotel está cuidadosamente decorada con acentos de artesanía local e imágenes del estado de Chiapas. A la hora del desayuno, del almuerzo o la cena, los pasos siempre te dirigirán hacia Tierra y Cielo restaurante. La chef Martha Zepeda ha liderado la recuperación de las recetas regionales y un movimiento de sustentabilidad y responsabilidad social con el que activa la economía de las comunidades cercanas. Si es el fin de semana, un desayuno tipo buffet te alegrará los ojos y el antojo con los platillos chiapanecos donde nunca faltan los tamales y el plátano frito; en las noches, el menú degustación es el resumen ejecutivo de la chef en el que se mezclan los sabores del estado, los buenos productos y su especial toque femenino.

    NO TE PIERDAS: el mole coleto que lleva plátano macho, el tamal de chipilín con maíz coleto, la selección de quesos chiapanecos y por supuesto, la mezcla de café Tierra y Cielo.

  • Los Amantes, Oaxaca

    En la recepción de Los Amantes, un par de bicicletas esperan a que los huéspedes las pedaleen para explorar la ciudad. Un piso arriba están las habitaciones —que en vez de números, llevan los nombres de distintas variedades de maguey— y en el tercero lo más emocionante: la terraza/restaurante. Una vez arriba, el jacuzzi, los foquitos y la vista al templo de Santo Domingo hacen que te olvides de las bicicletas de allá abajo y te tires a los brazos del mezcal y los antojitos mexicanos. En el menú destacan los platillos oaxaqueños tropicalizados en forma de hamburguesa de tasajo o tataki con costra de chapulines. Los vinos mexicanos y los cocteles con mezcal se convierten en el abrigo perfecto para cuando el sol se mete y el frío se hace presente.

    NO TE PIERDAS: la costra de tasajo, la margarita africana con mezcal, Controy, lima y extracto de jamaica y el tiradito de recado negro.

  • Four Seasons, Ciudad de México

    Un hotel de lujo ubicado en Paseo de la Reforma que goza de servicios y comodidades que te permitirán vivir el confort al máximo. Además podrás consentir a tu paladar en sus dos restaurantes: Il Becco (con una carta italiana sofi sticada) y Zanaya (con sabores de la costa del Pacífico mexicano). Entre sus instalaciones encontrarás Fifty Mils, un bar que se ubica entre los mejores 10 de la lista The World’s 50 Best Bars. Este espacio ecléctico e innovador está estrenando menú inspirado en las cuatro estaciones y en la Ciudad de México.

    NO TE PIERDAS: los cocteles preparados con destilados como el tequila, el mezcal y el sotol. Entre nuestros favoritos del nuevo menú: Atotonilco y Primavera.

  • Hotel Carlota, Ciudad de México

    Está Paseo de la Reforma con las marchas, el caos vial y la prisa que caracteriza a las grandes avenidas de la Ciudad de México. Y luego, a sólo media cuadra, está el Hotel Carlota donde todo lo anterior desaparece. La premura e impaciencia citadina ceden ante una alberca color turquesa, rodeada de árboles y habitaciones con decoración minimalista. Todo resguardado por muros de concreto que detienen el tiempo. En la cocina de este hotel tampoco hay lugar para las prisas. Joaquín Cardoso y Sofía Cortina —los chefs a cargo— se rigen por la estacionalidad para que sus ingredientes lleguen al punto ideal de madurez, respetan los tiempos de cocción para lograr el término perfecto de la carne y obedecen las vedas de forma religiosa. El resultado son platos que merecen disfrutarse con la misma calma que fueron cocinados: bocado a bocado.

    NO TE PIERDAS: la tarta de chocolate con crème brûlée de mamey (obviamente, cuando sea temporada) y la avo toast —que sabe bien a cualquier hora del día— de pan campesino con guacamole, vinagreta de limón amarillo, rábanos y zanahorias.

  • Casa Rodavento, Valle de Bravo

    Este hotel boutique para parejas fue construido a principios del siglo XX como una mansión familiar. La armonía de este espacio, de sólo siete habitaciones, radica en su arquitectura, diseño de interiores y todos los rincones en que puedes disfrutar de las majestuosas vistas del pueblo. Nuestro, es el restaurante del hotel, donde el chef Alberto Colín ofrece un menú para deleitar a los huéspedes y visitantes con una propuesta basada en el uso de ingredientes y productos locales. Nuestro es un lugar en donde los platillos se elaboran con base en los productos de la temporada para sorprender a los huéspedes en cada visita.

    NO TE PIERDAS: el menú de la temporada de hongos (que arranca en septiembre) y el coctel Santa, una mezcla con ginebra, St. Germain, limón, hoja santa y agua quina.

  • Grand Fiesta Americana, Valle Monterrey

    Las puertas de cristal se abren y un mundo vanguardista aparece a la vista: un bello lobby decorado por peces voladores, muros altísimos rotulados con frases cool y una arquitectura que mezcla líneas de diseño con una paleta de colores muy sofisticada. Lo mejor no termina ahí y es que, este hotel principalmente de negocios, comparte algunas amenidades con el hotel Live Aqua, localizado en los últimos pisos del edificio. Por ejemplo, el Feel Urban Spa, el único espacio wellness en Monterrey, que cuenta con un verdadero sistema de hidroterapia integrado por un circuito de regaderas y piscinas. En cuanto a la gastronomía, el chef Ricardo Muñoz Zurita fue el encargado de hacer la carta del restaurante 1856, que ofrece platillos regionales mexicanos con productos de cada entidad. Para la hora de la cena hay que dirigirse al piso 18, a Zoi, para disfrutar de su vista al cerro de la Silla y probar su cocina mexi-mediterránea. NO TE PIERDAS: el cabrito confitado en Zoi, un martini desde el impresionante Bar Night y el Art brunch, una lujosa comilona que se realiza una vez al mes junto a la obra de diversos artistas locales.