Superette tiene asientos para recibir a poco más de 20 personas y una barra de fresno que invita a los comensales a adentrarse al mundo de las crepas y las sidras. Para elaborar crepas auténticas, los dueños, Julien y Chloe, importan harina de sarraceno (trigo negro) y añaden un toque de sidra a la receta, un elemento que es crucial para que las crepas tengan las burbujas, textura, color oscuro y sabor tradicional de la versión francesa.

Juan Pablo Tavera

Puedes comenzar con la galette (crepa salada), la complète (doblada en cuatro con un huevo estrellado, jamón de pierna y queso Comté) o algo que echa mano de la fusión, como los rollos de crepa con salmón gravlax, limón, cebollín e ikura (hueva de salmón). Tampoco hay que perderse el foie gras de pato con manzanas. Lo que lo hace especial es que aunque es grasoso, los trozos de manzana le dan un balance. Para cerrar con una crepa dulce, prueba la Suzette, que flamean sobre la mesa con licor Calvados, originario de la zona homónima de Normandía.

Juan Pablo Tavera

Para las sidras, lo mejor es dejarte llevar por los maridajes recomendados por Julien de Bellaigue y su equipo. Ellos te guiarán a través de los diferentes estilos de esta bebida: el recorrido empieza con un jugo puro de manzana (jus de pomme), sigue con una sidra Brut de Normandía y pasa por algo tan específico como las sidras biológicas, con extractos naturales de yuzu y albahaca. La bebida resulta dulce, cítrica y muy aromática, que bien podría beberse sola.