Karen Drijanski y su hijo Eduardo Plaschinski han abierto las puertas de este Niddo, en colaboración con Mauricio Reyes Retana, para darle nuevamente un sentido positivo a la comfort food. Este término originalmente se refería a la comida capaz de despertar un sentimiento de nostalgia, que terminaba recordándote al hogar e inevitablemente a la comida de tu mamá. El concepto se fue degradando y ahora creemos que la comfort food es sólo la comida de alto contenido calórico, llena de grasas y carbohidratos incapaz de nutrirnos y dedicada únicamente a la satisfacción instantánea. Pero los platillos que sirven en la esquina de Dresde y Oxford son capaces de hacerte sentir bien… y no solo de manera momentánea.

El sentimiento de bienestar que perdura se logra sólo con buenos ingredientes y en Niddo encontraron a los proveedores indicados para ello. Las verduras son de un huerto orgánico en Huasca y de Yolcan, el café de Cafeólogo, los lácteos y huevos de un rancho en el Estado de México y varios de sus productos del mar los surte El Sargazo. Con esta selección queda claro su interés por el consumo local, la sustentabilidad y el comercio justo.

Atrás del restaurante hay una panadería y cafetería. Foto cortesía Niddo

La oferta del menú es concisa y cambia de acuerdo a la estación, a la disponibilidad de los ingredientes y la verdad… de acuerdo a los antojos de sus cocineros. Desde el pan con el que te reciben al principio hasta el (o los) postres, cada bocado vale la pena. Los platillos no obedecen a ningún tipo de cocina más que a la de la franqueza y el antojo. Hay inspiración internacional, técnicas atemporales y sazón de casa. Encontrarán desde una shakshuka para el desayuno hasta unos chilaquiles o unos buttermilk pancakes. A la hora de la comida no hay que perderse el grilled cheese ni la burrata con pistaches. Las recetas son el resultado de los viajes de Karen y su familia a lugares donde preferían quedarse en casa de algún local que los enseñara a cocinar en vez de hospedarse en cualquier hotel.

El amor de madre e hijo y el de ambos hacia la comida se puede saborear desde antes de probar el primer bocado. Este restaurante en la Juárez exhibe una cocina abierta donde conviven todos los involucrados en el proyecto, que a pesar de no compartir lazos de sangre se sienten como una gran familia. Es clara la importancia que la cocina tiene para ellos y las ganas de compartir con los comensales la producción de sus platillos y los ingredientes que usan.

Shakshuka. Foto cortesía Niddo

Por todas esas razones, no resulta sorpresivo que a poco más de un mes de haber abierto sus puertas, las mesas estén siempre llenas y se antoje volver una y otra vez a redescubrir Niddo, sus nuevos platillos y los personajes detrás de las historias que cuenta su menú.

Niddo es el lugar donde se recupera el sentido de comfort food que perdimos y disfrazamos de comida chatarra. Niddo nos recuerda que las mamás son las que cocinan lo que te llega directo al corazón y la de Eduardo es una maestra en ese arte.