La capital riojana ha convertido su vínculo con el vino en una forma de vida. Ocho bodegas dentro del mismo término municipal invitan a recorrer, sin prisas, la diversidad del Rioja contemporáneo, ese que combina tradición centenaria, arquitectura moderna y experiencias para todos los sentidos.
Pocas capitales pueden presumir de tener un mapa enológico tan compacto y variado. En Logroño, basta un paseo o un breve trayecto en coche para adentrarse en bodegas históricas, espacios de vanguardia o proyectos familiares donde el vino se elabora, se prueba y se celebra durante todo el año.
De norte a sur y de orilla a orilla del Ebro, la ciudad ofrece un recorrido que une el arte y la enología, la gastronomía y la historia, en un mismo paisaje urbano.
Ocho formas de probar el Rioja

Ontañón: el templo del vino
A solo cinco minutos del centro urbano, la familia Pérez Cuevas transformó su bodega en un auténtico templo mitológico dedicado al vino. Entre esculturas, vidrieras y héroes tallados en madera, Ontañón combina arte y pedagogía: las visitas incluyen pequeñas catas y tapas que hacen del aprendizaje una experiencia deliciosa.

Arizcuren: la bodega urbana
En pleno corazón de Logroño, Javier Arizcuren trabaja sus vinos con una filosofía artesanal y moderna. Sus etiquetas, elaboradas con variedades minoritarias procedentes de viñedos familiares en la Sierra de Yerga, están presentes en más de treinta restaurantes con estrella Michelin. Es la muestra de que la excelencia también se cultiva dentro de la ciudad.

Viña Ijalba: pioneros del vino ecológico
En el límite urbano, Viña Ijalba ofrece un paseo entre cepas donde conviven variedades autóctonas y uvas recuperadas. Fue la primera bodega ecológica de Rioja, y hoy sus vinos se degustan junto a aperitivos riojanos en un entorno que parece un pequeño museo vivo del viñedo.

Franco-Españolas: historia junto al Ebro
Fundada en 1890, Bodegas Franco-Españolas es la única centenaria dentro del casco urbano. A un paso de la Calle Laurel, combina tradición y vanguardia, con una agenda cultural que incluye teatro, cine, conciertos y moda. Sus míticos Bordón y Diamante son parte esencial de la memoria vinícola de Logroño, que ahora es posible disfrutarlos en El Muelle de Carga, un espacio singular, con vistas al río Ebro con diferentes ambientes para la degustación y cata de vinos.

Olarra: arquitectura líquida
Con sus 111 cúpulas hexagonales, Bodegas Olarra es un hito de la arquitectura vinícola. Diseñada por Juan Antonio Ridruejo, recuerda una catedral moderna donde el vino y la luz dialogan en cada espacio. Es la bodega ideal para quienes buscan una experiencia estética además de enológica.

Marqués de Murrieta: el alma del Castillo de Ygay
Primera bodega de Rioja, fundada hace 170 años, ha sabido renovarse sin perder su esencia. La visita al Castillo de Ygay y su bodega-museo es un viaje por la historia viva del vino español, con experiencias de alta gastronomía a cargo de su propio chef y catas que reflejan el equilibrio entre legado e innovación.

Campo Viejo: sostenibilidad subterránea
Inaugurada en 2001, Campo Viejo fue pionera en integrar arquitectura, tecnología y respeto por el entorno. Enterrada bajo tierra y rodeada de viñedos, su sala de 70,000 barricas de roble- impresiona tanto por su escala como por su serenidad. Es la síntesis de la modernidad riojana.

Marqués de Vargas: el espíritu château
Rodeada de su propio viñedo, esta bodega familiar encarna el concepto de château francés reinterpretado en Rioja. Desde 1840, sus reservas y grandes reservas se elaboran exclusivamente con uvas del entorno inmediato. Elegancia y coherencia en estado puro.
Una cultura que se sienta a la mesa
El vino en Logroño no termina en la copa: continúa en la mesa, en los pinchos de la Calle Laurel, San Juan o San Agustín, y en los restaurantes que mezclan tradición y vanguardia. Desde el clasicismo de unas chuletillas al sarmiento hasta la delicadeza de una cocina de autor, cada plato encuentra su vino.
“El Rioja se bebe en conversación, se degusta en barra y se celebra como parte de la identidad riojana”.
¿Cómo organizar tu ruta por las bodegas de Logroño?
- Proximidad absoluta. Todas las bodegas se encuentran a menos de 15 minutos del centro; algunas, incluso, dentro del casco urbano.
- Variedad asegurada. Combina una clásica, como Franco-Españolas o Marqués de Murrieta, con otra de arquitectura contemporánea, como Campo Viejo u Olarra; déjate llevar por una propuesta sensorial o cercana en Ontañón o Arizcuren; y completar la experiencia con el espíritu sostenible y familiar de Viña Ijalba o Marqués de Vargas.
- Reserva con antelación. Logroño vive un gran momento. Las visitas y catas, con aforo limitado, se llenan especialmente los fines de semana y durante el otoño, cuando el color de los viñedos y el ambiente de vendimia convierten cada experiencia en algo único.
- No olvides la gastronomía. Planifica tiempo para perderte por las calles Laurel, San Agustín y San Juan, o disfrutar de un menú maridado con vinos locales en interesantes restaurantes que descubrir. A tener en cuenta, que Logroño a pesar de su pequeño tamaño cuenta con tres restaurantes con estrella Michelín.
Un proyecto integrado en la Federación de Empresas de La Rioja (FER) que cuenta con el apoyo del Gobierno de La Rioja.








