Gennaro García: un migrante del arte y la cocina

En la historia de Gennaro García siempre estuvo presente la migración. Vivió entre México y Estados Unidos, entre las artes plásticas y las culinarias. El aroma de la salsa que hacían en el restaurante de sus papás para la carne en su jugo y el golpeteo de las sartenes forman parte de sus primeras memorias, aquellas que forjaron a un hombre que ha dedicado su vida a desdibujar las fronteras entre dos países y entre el arte y la comida.

“Yo crecí en la cocina de los restaurantes de mis padres en Tecomán, Colima. Siempre he dicho que yo pinto con los olores de las cocinas de estos restaurantes,” recuerda Gennaro y me platica por teléfono desde su estudio en Phoenix. En su historia, los saltos entre disciplinas han sido tan frecuentes que ya ni se sienten. Comenzó trabajando en restaurantes con su papá, luego tuvo los propios y finalmente decidió tomar rumbo hacia el norte, con una idea un poco ingenua del sueño americano: “Me di cuenta de que la gente trabajando al otro lado de la frontera cortando lechuga ganaba 3 veces lo que yo ganaba en el restaurante. Entonces se me hizo fácil cerrarlo e irme al otro lado, pero sin papeles. Así que se me atravesó una barda, la brinqué y llegué a Estados Unidos. Estuve de homeless viviendo en un callejón un par de semanas, no fue nada fácil”.

Cuando terminó en la calle, el arte y la comida llegaron de la mano para rescatarlo. “Me contrataron para hacer los murales de un restaurante por dentro y por fuera, me acuerdo que le cobré dos mil dólares a ese hombre. Y a las tres semanas de estarlo pintando era mesero y a los dos meses era el gerente general. Me quedé trabajando ahí por cinco años”.

Luego migró Phoenix, donde trabajó como gerente de otro restaurante, pero finalmente volvió al arte como socio de una compañía de muralistas. Finalmente, eligió trazar su propio camino, dedicarse de lleno a la pintura y darse a conocer como un artista independiente. Hoy, exhibe sus obras en más de 10 galerías y aunque se ha abierto paso como un reconocido artista, las colaboraciones con el mundo gastronómico son una constante en su vida. “A mi me gusta mucho colaborar con chefs, creo que una disciplina nutre a la otra. Y bueno, la verdad es que yo a ellos los considero artistas en su propio campo”. Como fruto de esta admiración han nacido colaboraciones con chefs como Javier Plascencia (Animalón, Finca Altozano) y Ángel Vázquez (Intro) y con la marca Hadley & Bennett, para intervenir mandiles de una colección especial. “Mi relación con los chefs se ha fortalecido tanto, que ahora diseño restaurantes, puedo hacer desde el edificio hasta los muebles, el color, los uniformes de los meseros. Hago de dos a tres al año”.

Gennaro García cuenta su historia en los platos, los cuadros y murales que pinta. La historia de un migrante que añora los tacos de todos los días de su pueblo y que encuentra en la comida más que un ingrediente, un acto de nutrición emocional. Hace algunos años hizo unos platos para el restaurante Bracero, que en sus inicios fue un proyecto a cargo del chef  Javier Plascencia. La historia de esos platos es la demostración perfecta de cómo se han amalgamado el mundo del arte y la comida en la historia de Gennaro García. “Mi papá traía la comida o el dinero que ganaba con sus manos y se lo entregaba a mi madre para que fuera de compras y luego hiciera la comida con sus manos. Ella la servía en la mesa como una ofrenda para nosotros. De ahí salió la idea de mis platos, donde se ven las dos manos al centro del plato”.

Hoy, Gennaro García ha hecho un sinfín de colaboraciones, sigue pintando y diseñando pero también se mete a la cocina cada vez que puede. Cocina para su hija y su esposa en casa, con sus amigos en restaurantes y cocina en su taller, el arte que luego exhibe en sus galerías.