
Si el vino tiene memoria, entonces en Cangas del Narcea esa memoria es pizarrosa, abrupta y valiente. Escolinas es más que una bodega; es la huella de siglos de viticultura de montaña, la expresión embotellada de un territorio que se niega a ser olvidado. En una Asturias donde el verde manda y el mar dicta, los viñedos de Escolinas son una resistencia de uvas autóctonas que desafían el tiempo y la altura.
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Un proyecto con raíces y altura
Lo que hoy es Escolinas comenzó a tomar forma en 2012 de la mano de Ramón Coalla y Javier Zaeta, dos nombres fundamentales en la distribución de vinos en España. Su objetivo era claro: recuperar el terruño de Cangas del Narcea y mostrar al mundo que la viticultura asturiana tiene voz propia. Para ello, se asoció con la bodega Monasterio de Corias, heredera de una tradición vitivinícola que se remonta al siglo XI.

Hoy, Escolinas elabora en las instalaciones de Corias, pero su sello es inconfundible: vinos que hablan del paraje del que provienen. Viñedos imposibles, en pendientes que oscilan entre el 30% y el 60%, que se aferran a suelos pizarrosos a más de 500 metros de altitud. Aquí, la viticultura es heroica o no es. Este tipo de cultivo extremo, además, permite obtener uvas con mayor concentración aromática y una acidez vibrante que define el perfil de sus vinos.
El enólogo: Rafael Somonte, el arquitecto del vino asturiano
En la sombra de Escolinas está la figura de Rafael Somonte, enólogo de Monasterio de Corias. Con una formación sólida y una sensibilidad extraordinaria para interpretar el viñedo, Somonte se ha convertido en uno de los grandes nombres del renacer vitivinícola asturiano. Su labor ha sido fundamental para recuperar variedades autóctonas y adaptarlas a una elaboración moderna sin perder su identidad.
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El respeto por la uva y por el terroir es la base de su filosofía. «El vino de Cangas no necesita disfraces», suele decir. En su trabajo combina la mínima intervención con la precisión técnica, permitiendo que los suelos de pizarra y el clima atlántico se expresen sin filtros en cada botella.
Las joyas de Escolinas: vinos con alma atlántica
Cada vino de Escolinas es un testimonio del territorio. No hay fórmulas repetidas ni concesiones a la moda. Entre sus etiquetas más destacadas encontramos:
- Mezcla Canguesa (Coupage): una mezcla de variedades locales que recoge el espíritu ancestral de la zona. Es un vino fresco, con notas de fruta roja y un fondo balsámico, sencillo de beber pero lleno de identidad.

- Carrasquín: un tinto profundo, sabroso y vivo, con acidez marcada que augura larga vida en botella. Expresa la fuerza de la uva más singular de Asturias.

- La Zorrina: procede del viñedo más emblemático de Cangas del Narcea, plantado en terrazas históricas de fuerte pendiente sobre suelos pizarrosos. Es un vino con personalidad propia, marcado por su carácter silvestre y mineral, con un punto de rusticidad elegante que lo hace único y que simboliza la viticultura heroica asturiana.

- Albarín Blanco Castaño: un blanco sorprendente, criado en barricas de castaño asturiano, que aporta frescura, flores blancas y un reflejo de la tradición asturiana.

Un futuro con historia
El trabajo en Escolinas no se detiene. La bodega sigue investigando en el viñedo, explorando nuevas expresiones de sus variedades y consolidando su presencia en el mercado nacional e internacional. Porque el vino de Cangas, ese que durante siglos fue conocido como el “vino de los frailes”, tiene mucho que contar. Y en esa historia, Escolinas es la mejor voz posible.
Con una copa de La Zorrina apuro los últimos coletazos de este reportaje mientras suena de fondo esa canción de Nick Cave & The Bad Seeds, Red Right Hand. La intensidad emocional, la profundidad y el carácter inconfundible de su música evocan la complejidad y el alma de estos vinos. Son composiciones que, como los tintos de Escolinas, cuentan historias densas y atmosféricas, cantan con crudeza y belleza, como los viñedos en pendiente de Cangas.

Y es ahí donde Escolinas se proyecta: como símbolo de un paisaje extremo que ha encontrado en el vino su forma de expresión más pura. Un proyecto que rescata la memoria, la transforma en presente y se mide sin complejos con los grandes vinos de montaña de Europa. Escolinas embotella emoción, paisaje y carácter; todo aquello que convierte a Cangas del Narcea en un lugar imprescindible en el mapa del vino.
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