Omasake: el ritual japonés que está abriéndose paso en Barranquilla
Foto: Omasake Barranquilla.

Cuando Valerie Lafaurie, Antonio Merlano y el chef Ian Pietro decidieron abrir un Omakase en Barranquilla, sabían que no iba a ser fácil convencer a los comensales de entregarse sin elegir lo que comerían. “El primer reto fue que los clientes se abrieran y le dieran una oportunidad al concepto”, recuerda Merlano. “Pero el público respondió con entusiasmo”.

El resultado: una experiencia de 18 tiempos —16 salados y 2 dulces— que arranca con sashimi de pargo en ponzú y culmina en un desfile de nigiris ejecutados con precisión quirúrgica. El menú cambia cada semana, según la pesca local. En la cocina abierta, el chef Pietro —formado en algunos de los mejores omakases de Buenos Aires— comanda una sinfonía de sabores que se mueven entre el Caribe y Japón con una fluidez sorprendente.

El chef Ian Pietro se trasladó de Buenos Aires a Barranquilla para abrir este restaurante. Foto: Omasake Barranquilla.

“El producto del mar Caribe funciona muy bien con las técnicas japonesas”, dice Pietro. “Aquí podemos trabajar con especies frescas y aprovechar su potencial en procesos como la maduración, para lograr un umami profundo y una textura perfecta”.

Foto: Omaske Barranquilla.

El espacio es íntimo, casi ceremonial: una barra donde los comensales observan, preguntan, aprenden. Más que una cena, es una clase magistral sobre el respeto por el producto, la estética del plato y la filosofía japonesa de gratitud y perfección.



La propuesta ha generado tanto entusiasmo que ya cuentan con una membrecía para clientes frecuentes. “Eso nos muestra que la ciudad está lista para experiencias gastronómicas de este nivel”, señala Lafaurie.

Foto: Omasake Barranquilla.

Pero más allá del culto al pescado crudo y la presentación milimétrica, Omasake tiene una ambición mayor: celebrar la biodiversidad marina del Caribe colombiano y elevarla a través de la tradición edomae. “Hay una riqueza increíble en nuestras aguas que muchas veces pasa desapercibida”, dice Pietro. “Nosotros la estamos reinterpretando con técnica y respeto”.

En tiempos donde las grandes ciudades concentran la innovación culinaria, Omasake prueba que Barranquilla también puede ser epicentro de alta cocina. Con su propuesta, sus fundadores no solo abren una ventana al Japón más íntimo, sino que colocan a la ciudad en el mapa de los destinos gastronómicos más intrigantes de Colombia.

Porque aquí, en esta barra frente a una cocina abierta, “dejarlo todo en manos del chef” es más que una promesa: es una experiencia sensorial completa, donde cada bocado cuenta una historia.